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Por Yolanda Morales

Dice Laura Ferrero: “Lo superarás, eso es lo que dicen. Si no, siempre puedes convertir tu dolor en una canción”. Dulce sabía eso. Sin embargo, murió triste, según pude escuchar en un comentario. A la mayoría de las personas le dolió su muerte. Y es que las canciones de amor que colocan a la tristeza como protagonista, donde uno siempre quiere más que otro, nos vuelven épicos defensores del amor.

Dulce -quien murió hace unos días- con su privilegiada voz de soprano, su nariz afilada, su cabello moviéndose al compás de todos sus movimientos, nos hizo escalar más allá del amor y llegar a esa sensación de que el amor siempre duele un poco más. Sus canciones deberían ser un playlist que lleve por nombre “Las de las relaciones rotas”.

Porque, ¿qué más son esas canciones que algunos cantábamos de pequeños, sin ton ni son?

Mientras era niña, jugaba con mi hermana a bailar enfrente de la televisión y tuve quizá mi primer enamoramiento. Sin tener idea de que el amor no tiene que doler (al menos no de esa manera) a esa edad pensaba que eso era el amor: cantar y cantar hasta que se te acabe la voz.

¿Cómo una niña de cinco u ocho años cantaba “Seré tu amante o lo que tenga que ser, seré lo que me pidas tú”? Todavía no lo sé, nunca escuché la letra, ni siquiera entendí el título. Sólo sabía que la voz de Dulce, clara y triste, tenía la característica de esas ilusiones que te provocan pensar en el amor.

Ahora, años después, Dulce ha muerto y con ella muere también una época. Al igual que los clichés que tanto nos marcan, mueren esas ideas sobre el amor no correspondido. Hoy contamos con otras canciones, aunque no sé si mejores, tengo mis dudas, pero sí diferentes. Hoy podemos hablar de muchos temas y hacer letras de lo que se nos antoje. Hoy, lo que sí me queda claro, es que se escucharían mejor en la voz de Dulce. Me llevo su lección: las rupturas y el desamor dan siempre una gran fuerza creadora. Adiós Dulce, adiós a mi idea del amor en la infancia.

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@moralesyo

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