Por Yohali Reséndiz
Esta columna es la continuación de lo publicado en Opinión 51 el 20 de junio de 2025, bajo el título “Una laparoscopía, una extirpación y 70 mil pesos después: la historia de Mariana”, donde relatamos cómo, durante una cirugía de vesícula, dos médicos del Hospital Grand Medical en Tijuana le extirparon un ovario sin su consentimiento.
El dolor tras el dolor llegó para Mariana y su pareja Everlin después de escuchar a otro doctor lo que el ultrasonido descubrió.
A Mariana no sólo le extirparon el ovario, sino que le arrancaron también la trompa de falopio durante una cirugía de urgencia a la que ingresó por un dolor de vesícula.
Los doctores César Ayala Espejel y Jesús López, de la clínica de especialidades del Hospital Grand Medical de Tijuana —quienes realizaron la intervención— omitieron informar que también le habían extraído la trompa de falopio izquierdo.
Olvidaron respetar los principios éticos fundamentales.
Atropellaron la dignidad humana de Mariana y jamás consideraron informar a Everlin sobre la salud de su pareja. Mantuvieron la confidencialidad a su conveniencia y se escudaron diciendo que había “miomas en el ovario de Mariana”. Ahora, ¿qué dirán que había en la trompa de falopio?
Olvidaron ser honestos y transparentes. Y frente a la autoridad, han sido tramposos.
Su práctica médica fue, desde el principio, antiética. Hoy, es abiertamente fraudulenta.
¿Dónde quedó el bienestar de Mariana, su paciente?
¿En qué momento se acordaron de cumplir las leyes y normas éticas establecidas por las autoridades y colegios profesionales que los rigen?
Está claro que jamás mostraron empatía o compasión hacia Mariana.
Mataron su confianza.
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