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Por Vivian Hunter

La Ciudad de México tiene su encanto para las citas, aunque también sus peculiaridades. Entre ellas, los hombres que parecen expertos en el arte de la mentira. Así conocí a “el vecino”. Según Bumble, vivía cerca de mi casa, y según él, tenía 68 años. Nos encontramos en un café, y fue allí donde descubrí que los espejos en su casa probablemente estaban tan mal calibrados como su honestidad. No podía tener 68, a menos que fueran años de perro.

Lo más irónico es que él tampoco me creía mi edad. “No puedes tener 71”, me repetía una y otra vez, como si estuviera esperando que confesara algún oscuro secreto. Yo sonreía, pero por dentro pensaba: “¿Qué tan joven creen los hombres que deberían lucir las mujeres de mi edad para ser creíbles?” La conversación iba bien hasta que mencioné que teníamos una amiga en común. Entonces, como por arte de magia, desapareció. Ni un mensaje más. Quizá temió que ella confirmara lo que ya sospechaba: que su declaración de edad era más ficción que realidad.

El siguiente capítulo fue aún más curioso. Un hombre de 48 años, un verdadero salto generacional. Su invitación fue tan peculiar como inesperada: un café a mediodía. ¿Quién invita a un café a esa hora? Mi respuesta llegó rápido: alguien que trabaja en un call center y tiene 30 minutos de descanso. Pero como soy curiosa por naturaleza, acepté.

Cuando lo vi, su apariencia coincidía con su edad, pero poco más. Me dijo que no podía verme hasta que saliera de vacaciones, lo que me pareció extraño, aunque no tanto como enterarme de que su nombre en Bumble no era real. La cita fue breve, un café tan rápido como su pausa laboral, y aunque fue un encuentro sin grandes emociones, al menos me llevé una historia que contar.

¿Qué aprendí esta semana? Que en el mundo de las citas modernas, la verdad es un bien escaso, y las excusas, una moneda corriente. Pero yo sigo aquí, saltando de capítulo en capítulo, porque al final, cada mentira, cada excusa y cada sorbo de café me acerca más al hombre que realmente quiero encontrar. O al menos, eso espero.

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