Por Tika Azcurra*

Ushuaia, febrero 2022
Siempre quise viajar a Ushuaia y era uno de los pocos destinos que siempre estuvo en mi lista personal de lugares por visitar. Nada más exótico que poder decir que estuve en el fin del mundo, ostentar el pasaporte con el sello del confín del globo, y por un instante sentirte marinero de la tripulación de Hernando de Magallanes a bordo de la Nao Victoria.
Aquí se encuentra el fin de la ruta nacional 3, el faro del fin del mundo, el tren del fin del mundo. Aquí terminan el océano Atlántico y la Cordillera de los Andes.
Aquí el continente americano se cae del mapa.
Muchos dicen que con cuatro días basta, pero no fue mi caso. Estuve diez días y podría haberme quedado más.
Naturaleza pura, vibrante y salvaje es el marco perfecto para una ciudad de pioneros que parecen salidos de una película de Hollywood, porque no solo deben rediseñar una nueva vida, sino que deben acostumbrarse al clima y a otras restricciones que impone la vida cotidiana.
Con todo, como ninguna otra ciudad, Ushuaia es una tierra de comienzos. Me crucé con un montón de historias de kilómetros cero. Muchísima inmigración interna persiguiendo las oportunidades laborales que ofrece la ciudad.
Las más, vinculadas al turismo y a la industria protegida, pero también a una vida más conectada con la naturaleza y al cuidado del medio ambiente.
Es difícil encontrarse con alguien que haya nacido y crecido en Ushuaia. Desde el taxista al camarero o el comerciante, todos nacieron en otras provincias. Como Lucas, un chico de Barrio Norte que vino por una pasantía hotelera y se enamoró del lugar, de su ritmo y de un entorno natural 85 que asombra en 360º.
“Cuando hacés lo que te gusta, no es trabajo”, me dijo un día mientras acompañaba a grupos de turistas de lunes a lunes, contagiando ganas de quedarse.
En el caso de Silvina y Ricardo, ellos llegaron siendo una pareja porteña de recién casados, armaron su familia y concretaron el sueño del negocio propio con esfuerzo y ahorro.
Hoy son dueños de una muy coqueta hostería con vista inmejorable hacia el Canal de Beagle.
También hay historias interesantes como la de Cynthia Cordi, docente, politóloga y escritora, que desde Ushuaia con sus escritos nos comparte el devenir de pioneras de la Patagonia como Ada Elflein y Eleanor Britten.
Al escuchar sus recorridos de vida, ninguno de ellos comienza su historia con un relato quejoso sobre lo difícil de atravesar lo cotidiano, todo tan diferente a Buenos Aires.
No solo el invierno larguísimo, de abril a septiembre, cuando la temperatura apenas supera los cinco grados Celsius y la luz de día se extiende de diez de la mañana a cuatro de la tarde. Sino, además, que un día de calor de verano —que se cuentan con los dedos de una mano cada año— llega tan solo a los 20 grados y por eso casi no se usan trajes de baño, bermudas, ni sandalias, y aún menos ventilador o aire acondicionado. En la provincia tampoco hay cultivos frutales propios, no siempre hay naranjas, pomelos, bananas ni mandarinas, que dependen de que los cargueros puedan cruzar el estrecho de Magallanes. Las señales de celular e internet pueden ser inestables, al igual que el cable y otras comodidades de la gran ciudad.
Sin embargo, una mirada a los bosques de lengas, ñires y coihues, una caminata lunar sobre la turba, un recorrido a cualquiera de los glaciares que rodean la ciudad, el avistaje de pingüinos, zorros y castores, hipnotizan e invitan a preguntarse: ¿y por qué no comenzar de cero acá?
*Tika Azcurra es el seudónimo con el que Mónica Caló publica sus primeros escritos en homenaje a su madre y a su familia materna. Nació en Buenos Aires, es Licenciada en Ciencias Políticas y posee una Maestría en Administración de Empresas. Actualmente dirige la región latinoamericana de una organización mundial con foco en las dolencias crónicas de las personas mayores. Desde fines de los 90 recorrió el mundo como viajera corporativa ocupando diversos cargos en organizaciones multinacionales. De esos viajes recopiló vivencias y experiencias que hoy nutren sus escritos con la mirada de quien inicia un recorrido y en el camino descubre tesoros inesperados, culturas, tradiciones e historias.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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