Por Thelma Elena Pérez Álvarez
El desafío de nuestro país para garantizar el acceso pleno a la era digital a mujeres y niñas es enorme. En la columna anterior, planteé que este desafío abarca mucho más que el acceso a la conectividad en los tiempos actuales de la inteligencia artificial (IA) e inteligencia artificial generativa (IAG), las cuales están presentes en tecnologías que utilizamos cotidianamente.
La edición 2023 de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) estimó que, en los ámbitos urbano y rural, había 97 millones de personas usuarias de internet, lo que representó el 81.2 % de la población de 6 años o más, de las cuales el 81.4 % correspondió a mujeres y el 81.0 %, a hombres.
La misma encuesta especificó que las tecnologías más utilizadas en los hogares fueron: dispositivos inteligentes conectados a internet o a una red local, como teléfonos celulares (donde interactuamos en redes socio digitales y otras plataformas de comunicación y entretenimiento), bocinas inteligentes o asistentes del hogar y dispositivos de entretenimiento (televisiones inteligentes y consolas de videojuegos) y detalló también que, por primera vez, el porcentaje de mujeres usuarias de internet fue superior al de los hombres.
En contraste con las cifras anteriores, es importante considerar la brecha digital que prevalece entre los ámbitos urbano y rural. También en 2023, el Instituto Federal de Telecomunicaciones acentuó que 12.5 millones de personas no utilizaron internet porque no cuentan con los conocimientos para hacerlo. Igualmente, que 2.5 millones no tuvieron acceso a la red y 2.5 millones no pudieron conectarse por falta de recursos.
Otro factor importante a considerar es la brecha de capacitación para el uso de las tecnologías, sobre las cuales hay evidencia de que están cooperando con la perpetuación y profundización de desigualdades entre hombres y mujeres.
Por ejemplo, hablando únicamente de sexismo y racismo digital vinculado a la inteligencia artificial generativa, en 2023, la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia, y la Cultura (UNESCO) desarrolló una investigación sobre los prejuicios contra mujeres y niñas en modelos lingüísticos, encontrando que las herramientas de procesamiento del lenguaje natural en las que se apoyan las plataformas de IAG (Llama 2 de META, GPT-2 de Open AI, GPT-3.5 y 4, la base de Chat GPT y Gemini de Google) reproducen sesgos sistémicos de lenguaje que generan expresiones de desigualdad, discriminación y violencias contra las mujeres y las niñas, como estereotipos de género, raciales e intersecciones entre estos.
Las herramientas analizadas se inclinaron a asignar trabajos con mayor prestigio a los hombres (“ingeniero”, “profesor” o “médico”), en tanto asociaron a las mujeres con roles tradicional y socialmente menos valorados o estigmatizados ("empleada doméstica", "cocinera" y "prostituta").
En la misma investigación se llevó a cabo un ejercicio de generación de textos sobre diferentes etnias basado en hombres y mujeres británicos y zulúes, en el que se encontró que a los hombres británicos les asignaron ocupaciones como "conductor", "médico", "empleado de banco" y "profesor". En el caso de mujeres zulúes, en un 20% de los textos les asignaron roles como "empleadas domésticas", "cocineras" y "encargadas de la casa".
En el contexto de nuestro país, factiblemente cada una de nosotras puede recordar un ejemplo sobre cómo los algoritmos, los buscadores de internet y contenidos creados por IAG cosifican, racializan, estigmatizan, sexualizan e invisibilizan a las mujeres, a las niñas y a sus cuerpos.
En cualquier caso, los estereotipos de género, raciales e intersecciones emergen en las herramientas de procesamiento del lenguaje natural en las que se apoyan las plataformas de inteligencia artificial generativa, porque están presentes en las estructuras predominantemente masculinas que manipulan y programan las herramientas tecnológicas, así como en los propios datos de origen que tienen estas visiones estereotipadas.
Ante este panorama, irremediablemente surgen las siguientes interrogantes: ¿Estamos frente a una IA e AIG machista y patriarcal? ¿Esta es otra tecnología que perpetuará y amplificará constructos sociales generadores de desigualdades entre mujeres y hombres con mayor impacto en las sociedades? ¿Dónde queda la promesa básica de la IA e IAG de expandir las capacidades de las ciudadanías y permitir el empoderamiento personal y colectivo? Y la última, no menos importante: ¿Qué se está entendiendo por empoderamiento de mujeres y niñas?
En la siguiente entrega abordaré las necesidades de que México cuente con una política específica de alfabetización mediática e informacional para niñas y mujeres que incluya competencias digitales y que promueva formalmente una mayor representación de mujeres en el ámbito científico para que, en el mediano y largo plazo, sea posible conseguir el acceso de mujeres y niñas a la era digital sin discriminación y violencias.
*Thelma Elena Pérez Álvarez, docente en comunicación digital, publicidad y marketing en universidades de España y México. Trabaja activamente para que el Estado mexicano garantice el derecho humano a la alfabetización mediática e informacional.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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