Document
Por Stephanie Henaro

La semana pasada estuve en Austin, Texas en La Cumbre de la Texas Public Policy Foundation  que se celebró del 19 al 21 de este mes y me quedó muy claro que con el regreso de Donald Trump, Estados Unidos cambió de página, que incluso se habla de una “Doctrina Trump” y que hasta tiene que ver con México. 

 

La Cumbre contó con la presencia del Gobernador Greg Abbott y de legisladores como Ted Cruz, Chip Roy, Dustin Borrows, Rick Santorum, Lois Kolkhorst, Charles Perry, Pete Flores, David Spiller, y Brian Steil, entre otros, que lideraron conversaciones en torno a temas tan diversos como el agua, la seguridad fronteriza, las elecciones, la litigación constitucional, la educación, y la amenaza china, y en los que de alguna u otra manera México siempre aparecía, incluso casi por reflejo.

 

El país está tan presente en la psique de su vecino del norte que cuando Chip Roy, miembro de la Cámara de Representantes por el distrito 21 de Texas, dio uno de los discursos claves en el día de la clausura del evento que se centró en “La Doctrina Trump”, dijo que “las intenciones del Presidente podrían compararse con los principios de La Doctrina Monroe”, porque el actual mandatario “no iba a parar sólo con hacer a América grandiosa de nuevo”, sino que a todo lo que tocara, especialmente a México.

De acuerdo a sus palabras, “La Doctrina Trump iba a hacer a México grandioso de nuevo”, comenzando por hacer que el gobierno mexicano haga valer el Estado de Derecho, rompa sus nexos con los cárteles de la droga y los detenga.

 

Esto último desde mi perspectiva fue enorme y me cayó como un balde de agua fría. Primero porque el “hacer a México grandioso de nuevo” y respetar las leyes, debió de haber salido de nosotros, después porque hasta hace parecer que el magnate neoyorquino se ha convertido en la única oposición, porque la de aquí dejó de ser opción, y por último porque si compara esta Doctrina con la Monroe, es porque Estados Unidos está de vuelta en su faceta expansionista. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.