Por Sonia Garza González
En la última presentación de resultados de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM) 2023, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reportó cifras que dan pauta a la reiterada discusión del sistema de cuidados en el país.
Antes de compartirles algunos datos, quiero señalar que, a nivel global, por muchas décadas, el trabajo producido y consumido en los hogares era invisible en los sistemas de cuentas nacionales, incluso era un tema que generaba disenso político porque no se consideraba un motor de economía; no obstante, cuando se revisaban indicadores de desarrollo social, se reconocía que el bienestar de los habitantes también se genera gracias a que en miles de millones de hogares en el mundo operan cientos de servicios domésticos cotidianos que posibilitan que las personas puedan desempeñar actividades en la vida pública.
Cuando hablamos de trabajo, tendemos a considerar únicamente el trabajo remunerado, es decir, aquel tipo de actividad que está regulada legalmente sobre la base de un contrato, un salario, unas prestaciones sociales, etc. Analizar la productividad sólo de las actividades reguladas, significa ignorar, visibilizar y desestimar el trabajo femenino, el cual sigue supeditado a una división sexual arcaica que urge superar para evolucionar, debido a que estas actividades han sido y son realizadas de forma gratuita por las mujeres, en el seno de una estructura social que incluso clasificaban como inactivas o amas de casa, aunque numerosos estudios demuestran que el número de horas dedicadas a estas actividades supera a muchas otras consideradas profesionales.
Ser ama de casa es un trabajo poco valorado en términos de jerarquía social, y económica obviamente, pero sin la operación de éste, la estabilidad del sistema familiar ―y me atrevo a decir a nivel naciones― no sería la misma.
La invisibilización de las amas de casa es una forma de mantener la sumisión y la explotación de muchas mujeres que llegaron a creer que su labor nunca va a estar a la altura del empleo de su marido y que van a estar siempre en deuda con él por no aportar dinero en el núcleo familiar. Y más cruda existencia para las mujeres que son el único sostén de hijos y hasta familiares, ya que se les multiplica la carga de procurar el bienestar de todos. Veamos algunas cifras que constatan asimetrías que urge, insisto, modificar:
- En 2023, el valor económico de las labores domésticas y de cuidados que realiza la población de 12 años y más fue de 8.4 billones de pesos. Esta suma equivale a 26.3 % del Producto Interno Bruto del total de la economía. De ese monto, las mujeres contribuyeron con 71.5 % y los hombres, con 28.5 por ciento.
- El valor generado por el trabajo no remunerado de los hogares, superó al de algunas actividades económicas, como la industria manufacturera (20.3 %) y el comercio (18.6 %).
- Al desglosar el trabajo no remunerado de los hogares por tipo de actividad, los cuidados y apoyo contribuyeron con 24.5 % del valor económico total, las actividades de limpieza y mantenimiento a la vivienda participaron con 23.8 %; las de alimentación, con 21.9 %; las compras y administración del hogar, con 13.0 %; la ayuda a otros hogares y trabajo voluntario, con 8.8 %, y limpieza y cuidado de la ropa y calzado, con 7.9 %.
- El valor económico neto anual fue de 63 033 pesos, en promedio, por persona. De dicho monto, cada mujer realizó trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados equivalente a 86 971 pesos anuales. Cada hombre realizó actividades similares por un monto promedio de 36 471 pesos.
Con estos datos (mínimos), ¿es tan complejo comprender que cuando no se desarrollan tareas del hogar, las sociedades NO funcionan? ¿Cuál es su opinión?
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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