Por Sofía Pérez Gasque Muslera
El futuro de la economía ya no se escribe solo en los balances financieros ni en las grandes cifras de inversión. Se escribe también en los rostros de quienes lideran, en las voces que toman decisiones y en la diversidad de perspectivas que moldean el rumbo de las empresas, los gobiernos y la innovación.
Hoy, hablar de diversidad no es una cuestión de corrección política: es una cuestión de supervivencia y crecimiento económico.
Diversos estudios globales —McKinsey, World Economic Forum, Naciones Unidas— coinciden en un dato clave: las organizaciones y economías que integran de manera real a mujeres, personas de distintas etnias, generaciones y contextos socioeconómicos, no sólo son más justas, sino que son más rentables, más innovadoras y más resilientes.
La diversidad no es un adorno. Es un motor de competitividad.
El reporte “Diversity Wins” de McKinsey lo señala con claridad: las empresas en el cuartil superior en diversidad de género en sus equipos ejecutivos tienen un 25% más de probabilidades de lograr una rentabilidad superior a la media de su industria. Y esa brecha ha crecido año con año, demostrando que la diversidad no solo impacta la reputación o la cultura interna: impacta directamente los resultados de negocio.
En América Latina, la oportunidad es aún mayor. Nuestra región, marcada por su pluralidad de culturas, historias y visiones, podría ser un laboratorio natural para construir una nueva economía, más equitativa y sostenible. Pero para lograrlo, tenemos que dejar de ver la diversidad como una aspiración y empezar a verla como un eje estratégico.
La pregunta que deberíamos hacernos ya no es si conviene apostar por la diversidad. La verdadera pregunta es: ¿qué costo estamos asumiendo cada día que no lo hacemos?
Porque cada vez que una empresa elige un liderazgo homogéneo, pierde oportunidades de innovar. Cada vez que una política pública no considera la voz de todas las personas que impacta, pierde legitimidad. Cada vez que una startup no construye su producto pensando en la diversidad de sus usuarios, pierde mercado.
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