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Por Sofía Pérez Gasque

En el mundo empresarial y laboral actual, la lucha por la equidad de género ha dado pasos importantes, pero aún persisten muchas áreas de invisibilidad que afectan a las mujeres. Uno de los aspectos menos discutidos es el impacto de los tratamientos de fertilidad, especialmente los procesos in vitro, en la vida profesional de las mujeres. Este tema, que puede parecer distante para algunos, es una realidad cotidiana para muchas, pero rara vez se menciona o se discute abiertamente en los entornos laborales.

Recientemente tuve la oportunidad de presenciar una de estas situaciones que me hizo reflexionar profundamente sobre el silencio que rodea estos temas. Estaba dirigiendo una capacitación para un grupo de 30 personas líderes, donde  compartían experiencias sobre liderazgo, manejo del estrés y desarrollo personal. En medio de la sesión, dos mujeres decidieron abrir su corazón ante el grupo, revelando que, en ese mismo momento, se encontraban sometidas a un tratamiento in vitro. Ambas compartieron que estaban viviendo un momento extremadamente difícil, no solo por los efectos hormonales del proceso, que las dejaban completamente desbalanceadas, sino también porque no sabían cómo expresar ese dolor y vulnerabilidad en un entorno laboral que rara vez aborda estos temas.

La fertilidad femenina, especialmente los tratamientos de fertilización in vitro (FIV), sigue siendo un tema tabú en muchos espacios profesionales. Aunque millones de mujeres en todo el mundo se someten a estos tratamientos, pocos están dispuestos a hablar sobre ellos. En parte, esto se debe al estigma que aún existe en torno a la infertilidad y la presión social de que las mujeres deben ser "perfectas" en todos los aspectos de su vida: personal, profesional y físico.

Los efectos secundarios de los tratamientos de FIV son complejos. Las mujeres pueden enfrentar cambios hormonales significativos, alteraciones emocionales, fatiga extrema, ansiedad y una sensación general de estar fuera de control de su propio cuerpo. Para quienes están trabajando, este proceso puede ser especialmente difícil, ya que muchos temen que al compartir su situación puedan ser percibidas como menos competentes, menos confiables o menos comprometidas con su trabajo.

Lo que experimentan estas mujeres no es simplemente una dificultad médica, sino un reto social y emocional que, en muchos casos, no puede ser compartido o comprendido abiertamente dentro del entorno laboral. En mi experiencia, esas dos mujeres, a pesar de estar rodeadas de un ambiente profesional y empático, se sintieron solas y desbordadas al no poder verbalizar lo que atravesaban. La carga emocional que llevan, sumada a la presión por cumplir con sus responsabilidades laborales, crea una situación de invisibilidad que muchas veces las lleva a seguir adelante sin recibir el apoyo adecuado.

El silencio sobre los procesos in vitro en el entorno laboral tiene varias y profundas razones:

  1. El Estigma de la Infertilidad: A pesar de que la infertilidad afecta a muchas parejas en todo el mundo, sigue siendo un tema que se trata con cierto recelo y vergüenza. La sociedad, especialmente en el ámbito laboral, a menudo espera que las mujeres sean capaces de "mantener todo bajo control", lo que lleva a una aversión por mostrar vulnerabilidad.
  2. Miedo a la Discriminación: Las mujeres que atraviesan un proceso in vitro temen que su carrera profesional se vea afectada si se revela que están lidiando con dificultades reproductivas. Las preocupaciones sobre ser etiquetadas como “problemáticas” o “menos productivas” son una realidad para muchas mujeres que prefieren mantener su situación en privado.
  3. Falta de Políticas Laborales Sensibles: En muchos países, las políticas laborales aún no reconocen ni adaptan sus normativas para apoyar a las mujeres que atraviesan tratamientos de fertilización. Esto incluye desde la falta de permisos específicos para tratamientos médicos hasta la inexistencia de un espacio adecuado para discutir estos temas sin miedo a repercusiones.
  4. El Tabú de la Mujer Perfecta: En muchas culturas, se espera que las mujeres sean capaces de equilibrar una exitosa carrera profesional, ser madres y esposas perfectas, mantener su salud física y emocional y ser siempre productivas. Este ideal puede hacer que sea extremadamente difícil para una mujer pedir ayuda o reconocer que está lidiando con un proceso tan complejo como un tratamiento in vitro.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.