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Por Sofía Guadarrama Collado

¿Musk o Sheinbaum? «Elige bien tus batallas», dice el proverbio máxima de estrategas prudentes y de quienes saben que la energía es un bien escaso y que no todo combate merece el desgaste. Se sabe, se repite, se canoniza. Pero en el manual del cálculo político, desde siempre, el principio se tergiversa: No se eligen las batallas por su relevancia, sino por su conveniencia. Es ahí donde el espectáculo se impone a la sustancia.

Una batalla no es tal si la victoria se presume asegurada o si el fracaso es evidente. La batalla contra Elon Musk pronosticaba el derrumbe político de Donald Trump. El hombre más rico del mundo tenía decenas de ases bajo la manga y sólo bastó con que lanzara uno a la mesa de su maquiavélico juego de póker para que Trump reculara. Es aquí donde el guión del poder toma tintes de tragicomedia.

Pero vayamos por partes: la disputa entre Trump y Musk comenzó como un debate sobre políticas fiscales y terminó convertido en un espectáculo de ataques personales y declaraciones estridentes: una escaramuza mediática donde el argumento cedió su lugar a la pugna personal. La discusión, que pudo haber delineado el futuro económico de Estados Unidos, se desmoronó rápidamente en la lógica de la estridencia. Musk acusó a Trump de promover políticas fiscales insostenibles e irresponsables y deslizó insinuaciones sin pruebas Musk. 

Musk criticó el «Big Beautiful Bill» de Trump (un paquete de recortes de impuestos y gastos), pues afectaba los intereses de Tesla y lo calificó de«abominación repugnante» y pronosticó un aumentó al déficit federal y una recesión.

Trump, que nunca sabe quedarse callado, respondió públicamente a las críticas de Musk y amenazó con cancelar los contratos y subsidios gubernamentales de las empresas de Musk (como SpaceX y Tesla).

Pero el espectáculo no se detuvo en las acusaciones, Musk llevó el drama a la órbita espacial, y anunció con sorna la «desactivación inmediata» de la nave Dragon de SpaceX, en respuesta a la amenaza de Trump de cancelar contratos.

Trump llamó «adicto a las drogas» a Musk y se burló de su apariencia.

Musk no desaprovechó la ocasión para responder con la contundencia que el espectáculo exige. Con la agilidad de quien conoce el ritmo de las redes, propuso la creación de un nuevo partido político y en un arrebato de insinuaciones que luego prefirió borrar, deslizó que el nombre del presidente figuraba en los archivos de Epstein, un conjunto de documentos judiciales relacionados con el caso de Jeffrey Epstein, un financiero estadounidense acusado de pedofilia y tráfico sexual de menores.

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