Por Sofía Guadarrama Collado
Carlos Salinas de Gortari y Andrés Manuel López Obrador tienen muchas cosas en común:
1. Ambos son populistas. El 6 de diciembre de 1988, el presidente Carlos Salinas de Gortari decretó la creación del Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol) o «Solidaridad», un instrumento para emprender la lucha contra la pobreza extrema operado desde la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP), la cual años después desapareció y se creó la Secretaría de Desarrollo Social, cuyo primer titular fue Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien por cierto, desde que era líder nacional del Partido Revolucionario Institucional (1989-1992), Secretario de Desarrollo Social (1992-1993), hasta que fue candidato a la presidencia de México (1993-1994), tuvo como secretario particular a Francisco Alfonso Durazo Montaño. Sí, el mismo Alfonso Durazo que en el año 2000 se unió la campaña presidencial de Vicente Fox, quien ya en Los Pinos, lo nombró su secretario y después coordinador de comunicación social y que en 2006 se unió a la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador y que tras ganar las elecciones lo nombró Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y años más tarde lo premió con la gubernatura de Sonora….
Pronasol fue severamente criticado por ser usado como moneda política y coacción del voto. En las elecciones legislativas y estatales de 1991, el PRI salinista recuperó la mayoría de votos y quedó demostrado que Pronasol había funcionado para comprar votos. Tanto así que los pronasoleros gritaban: «¡Uno, dos, tres, Salinas otra vez!», que aclamaban la reelección del entonces presidente.
Al inicio de su gobierno, el presidente López Obrador presentó su programa de «Bienestar». Otro Pronasol. El mismo programa electorero pero con otro nombre. Becas, ayuda económica a los adultos mayores y personas con discapacidad. Programa que también aplicaron Zedillo, con el nombre de Progresa (1997 a 2002) y Vicente Fox y Felipe Calderón con Oportunidades (2002 a 2014). Y Enrique Peña Nieto con la Cruzada contra el hambre.
2. Salinas de Gortari pretendió perpetuarse en el poder. No lo logró. López Obrador sí. Comenzó con la revocación de mandato y se siguió hasta la desaparición de los órganos autónomos, la SCJN y próximamente el INE.
3. Ambos son muy religiosos. El primero reformó el artículo 130 de la Constitución para establecer relaciones con el Vaticano y permitirle a la iglesia católica voz en la política. El segundo también. Salinas era Caballero de Colón. López es tan cristiano que ni siquiera saluda a la bandera en eventos oficiales, donde el primer mandatario es precisamente quien debe dar el ejemplo.
4. Salinas de Gortari como presidente creía que sólo él tenía la razón y López Obrador está seguro de que sólo él tiene la razón. Ni el primero admitía sus errores ni el segundo. Salinas es intolerante. De la oposición decía: «Ni los veo ni los oigo». López Obrador calumnió a sus opositores todos los días en sus conferencias mañaneras y en sus giras.
5. A mediados del sexenio salinista ocurrió algo tan alarmante como insólito: Ramón y Benjamín Arellano Félix, entonces dos de los capos más buscados, se presentaron en la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en el Distrito Federal, también conocida como la Embajada del Vaticano en México, ubicada en Delegación Álvaro Obregón. El nuncio apostólico, monseñor Girolamo Prigione, llamó de inmediato al Procurador de la República, Jorge Carpizo MacGregor para informarle de las visitas que tenía. El procurador le pidió que los entretuviera mientras hablaba con el presidente de la República. Carlos Salinas le respondió a Carpizo que los dejara ir, pues no «quería violar la extraterritorialidad diplomática de la Embajada del Vaticano en México».
Tan sencillo como esperarlos afuera y arrestarlos. O seguirlos por unas calles para luego detenerlos. Pero no. Salinas no movió un dedo. Una actitud muy parecida a la de Andrés Manuel López Obrador al liberar al hijo de El Chapo Guzmán.
Por aquellos años, en las calles se decía que los narcos estaban felices con el gobierno de Carlos Salinas. Circulaba mucha información sobre la vinculación entre algunos militantes del PRI y narcotraficantes. A Amado Carrillo Fuentes se le ligó con el gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones y Raúl Salinas de Gortari. A Jorge Hank Rohn con los hermanos Arellano Félix. Al Secretaria de Comunicaciones y Transportes, Emilio Gamboa Patrón, se le acusó de proteger a los narcos y facilitar la construcción de pistas de aterrizaje clandestinas para las avionetas cargadas de cocaína que llegaban de Colombia. Al final las autoridades no investigaron a fondo y todo quedó en especulaciones.
6. En sus infancias, ambos estuvieron relacionados con tragedias que involucran armas de fuego. El 18 de diciembre de 1951 el periódico Excélsior publicó en primera plana que tres niños (Carlos Salinas, de cuatro años; Raúl Salinas, de cinco, y Gustavo Rodolfo Zapata, de ocho) habían «fusilado» a una empleada doméstica mientras jugaban a la guerra.
De acuerdo con la nota del Excélsior, otra sirvienta de la casa, llamada María Torres Garrido, fue la primera en encontrar el cadáver de Manuela, entonces aterrada les preguntó qué habían hecho, y ellos contestaron llenos de satisfacción: «¡Ya matamos a Manuela!» El arma pertenecía al padre de los hermanos, Raúl Salinas Lozano, y ellos la habían sacado del clóset donde se encontraba guardada.
En 1968 José Ramón López Obrador de 14 años de edad murió por una herida de bala. La única persona presente era su hermano Andrés Manuel de 15 años de edad. Sobre este acontecimiento existen dos versiones. La primera, de acuerdo con el libro titulado El manipulador, escrito por Blas Aparicio, y datos que incluyen un perfil sicológico de AMLO, asegura que mientras los dos hermanos jugaban, Andrés le disparó en la cabeza por celos a José.
La otra versión se puede encontrar en el libro Los suspirantes 2018, del periodista y defensor de la 4t, Jorge Zepeda Patterson, quién escribió:
«A mediados de los años sesenta, la familia López Obrador llegó a establecerse en Villahermosa, Tabasco, en donde abrieron una zapatería y un almacén de ropa. Una tarde, mientras cuidaban la tienda de ropa, Ramón, de 14 años, encontró un arma de fuego que su padre había recibido como pago por una deuda. El hermano de AMLO retiró el cartucho del arma y comenzó a jugar con ella. Sin embargo, la pistola resbaló de sus manos y al caer disparó la bala que aún tenía, la cual le atravesó la cabeza. Desde la caja de la tienda, Andrés Manuel observó la escena». No había más testigos, así que él es el único que sabe lo que ocurrió.
La muerte de José Ramón le dolió tanto a la madre que al poco tiempo se fue de Villahermosa, dejando atrás a su hijo Andrés, quien, según la versión del hoy expresidente, se quedó en esa ciudad para cursar la preparatoria.
7. Salinas fue un presidente vengativo y autoritario. Las venganzas de López fueron muchas, pero la más evidente fue la de meter a la cárcel a Rosario Robles igual que lo hizo Salinas con Joaquín Hernández Galicia, «La Quina», poderosísimo líder del Sindicato de Petróleos, acusado de financiar el libro que denunciaba el homicidio perpetrado en la infancia por los hermanos Salinas.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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