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Por Sandra Romandía

En estos tiempos en donde lo increíble se volvió verdad, la honestidad se ha convertido en el mantra que todo lo justifica y en el escudo que todo lo desvía. Sin embargo, el reciente reportaje EMPRESAS CON OFICINAS CONTIGUAS GANAN CONTRATOS POR 419 MDP EN CDMX, publicado en Emeequis por Alejandro Alatriste, que expone las irregularidades en contratos millonarios otorgados por la Secretaría de Obras y Servicios (SOBSE) de la Ciudad de México, demuestra que, tras la retórica, la realidad se parece demasiado a aquello que se prometió combatir. Como directora editorial de EMEEQUIS, no puedo más que observar con preocupación la simulación en un gobierno que concentra todo el poder y proclama transparencia e integridad, pero en los datos vemos lo contrario.

Las cifras señaladas por el equipo de Emeequis son escalofriantes: en dos años, la SOBSE invirtió 419 millones de pesos para rehabilitar el mismo Parque Ecológico Cuitláhuac, beneficiando a dos empresas con oficinas contiguas, representantes legales compartidos y un historial de competencia entre ellas que parece más una pantomima que un proceso legítimo. Construcciones Caruzo y ACCUBO, nombres que se repiten con sospechosa frecuencia en los contratos públicos, no solo comparten ubicación, sino también vínculos con funcionarios que hoy ocupan cargos estratégicos en el gobierno federal. Es decir, los beneficiarios de estas prácticas han sido premiados con mayores responsabilidades, no sancionados.

El reportaje de Alatriste detalla cómo el 10 de agosto de 2020, la SOBSE, bajo la dirección de Jesús Esteva, otorgó un contrato por 191.5 millones de pesos a ACCUBO para la rehabilitación del mismo parque, con una ejecución programada hasta mayo de 2021. Esto ocurrió tan solo meses después de que, en 2019, la misma dependencia firmara un contrato de 228.4 millones de pesos con Construcciones Caruzo para ejecutar exactamente la misma obra. Ambas empresas comparten más que intereses: están domiciliadas en oficinas contiguas, en el edificio de Alfonso Esparza Oteo, en la colonia Guadalupe Inn, de la Ciudad de México.

La cadena de conexiones no termina ahí. Samuel González Samano, representante legal de Construcciones Caruzo, también es apoderado de Grupo Constructor OZR, que en el pasado ha competido por contratos en las mismas condiciones que sus "rivales". Este entramado de relaciones no es casualidad, sino evidencia de una simulación sistemática que asegura que los contratos queden entre "amigos".

El caso se vuelve aún más alarmante cuando se observa el destino de los funcionarios que permitieron estas irregularidades. Efraín Morales López, quien firmó los contratos como titular de la Dirección General de Servicios Urbanos y Sustentabilidad de la SOBSE, es hoy director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Por su parte, Jesús Esteva, entonces titular de la SOBSE, dirige actualmente la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT). Ambos se han movido en la estructura gubernamental como si estas irregularidades no fueran más que un simple trámite administrativo.

El reportaje también señala cómo las empresas mencionadas comparten representantes legales que las inscriben como competidoras en procesos de invitación restringida, para simular una competencia que en realidad no existe. En 2019, por ejemplo, Construcciones Caruzo, ACCUBO y Grupo Constructor OZR participaron como concursantes para un contrato relacionado con la construcción de inmuebles socioculturales en la CDMX. En la práctica, sus representantes firmaron desde oficinas vecinas y comparten vínculos con la misma red de funcionarios públicos.

Morena celebró con euforia la aprobación del presupuesto 2025, destinando miles de millones a proyectos faraónicos. Pero, ¿dónde está la fiscalización de esos recursos? ¿Qué garantías tenemos de que no terminarán en las redes de simulación y corrupción que hoy documenta este reportaje?

Lo más indignante es que esta historia no es única. Estos contratos son una muestra más de cómo las prácticas corruptas, disfrazadas de eficiencia administrativa, están bien vivas bajo la bandera de la "transformación". La retórica de honestidad, usada como mantra por los líderes de Morena, se desmorona frente a hechos documentados como estos, que evidencian que el poder, lejos de transformarse, sigue protegiendo a los mismos intereses que solía criticar.

El periodismo, ahora más que nunca, tiene la obligación de señalar estas inconsistencias. Pero el periodismo no basta. Hace falta una sociedad que no se deje hipnotizar por los cantos de sirena de la honestidad proclamada, que exija respuestas y que no acepte las migajas de la simulación como si fueran logros históricos. Porque la verdadera honestidad no se presume: se demuestra.

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@Sandra_Romandia

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