Por Rosa Covarrubias
Hace algunos años, justo cuando la protagonista de nuestra historia tenía aproximadamente 6 años de vida, Jorge Valdano vino a nuestro país y a pregunta expresa del porqué los jugadores mexicanos no buscaban oportunidades en Europa u otras ligas, la respuesta fue sencilla: “si yo hubiera tenido en Argentina todo lo que ofrece la liga mexicana, tampoco habría ido a jugar a Europa”.
Traigo aquella respuesta a colación porque para nadie es un secreto que la Liga MX Femenil es una de las de mayor crecimiento a nivel mundial, incluso, los salarios llegan a ser tan competitivos con los de algunos clubes europeos que por ello tenemos figuras de la talla de Jenni Hermoso jugando en el balompié de nuestro país.
Con el inicio de la Liga MX Femenil en junio de 2017, comenzaron a forjarse los sueños de miles de niñas, adolescentes y jóvenes, quienes buscaban una oportunidad, por pequeña que fuera, para explotar su potencial y tener un espacio “profesional” en donde jugar al futbol.
La historia de Rebeca Bernal, nacida en Tampico, Tamaulipas en 1997, no difiere demasiado de la mayoría de las niñas que jugaban futbol en México a principios de siglo; estar en equipos de niños a edades tempranas forjó su carácter, ese mismo que la llevó a Monterrey para estudiar y seguir con su pasión de jugar futbol en el Tec de Monterrey.
Hace 8 años, Bernal, al igual que miles de niñas en el país, comenzaron a ilusionarse con la creación de esta liga; fue elegida para jugar con Rayadas de Monterrey y, con 20 años, destacó de las demás apoderándose de la central, mientras que su liderazgo la llevó a portar el gafete de capitana.
Han pasado 7 años y medio desde aquel debut, miles de horas de entrenamientos, sacrificios, frustraciones, metas cumplidas, festejos y por fin, el sueño de jugar en otra liga se ha hecho realidad, Rebeca Bernal anunció que jugará para el Washington Spirit de la NWSL, llega con las subcampeonas de la liga de de los Estados Unidos.
Entre lágrimas de alegría y nostalgia, su equipo se rindió ante ella en la sala de conferencias, en una despedida por demás emotiva en la que estuvo presente Eva Espejo, quien fuera su entrenadora y ahora es la Directora Deportiva de Rayadas y quien, por cierto, no paraba de llorar al inicio de la conferencia.