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Por Rita Alicia Rodríguez

Los festivales de creatividad global ya no premian únicamente “resplandores conceptuales”, “chispas de ingenio” o, dicho en términos prácticos, ideas brillantes. Hoy también se aplaude la narrativa social, la responsabilidad y el fondo. En este nuevo marco, el reconocimiento creativo exige consistencia y compromiso institucional.

Atrás quedaron (o al menos deberían haber quedado) los tiempos en los que el brillo de las estatuillas se reflejaba en las repisas del ego. Actualmente, el terreno es más complejo. En nombre del cambio y la adaptación, emergen nuevas categorías y, con ellas, más espacios de visibilidad. Sin embargo, conquistar un lugar en esa contienda puede ser tan demandante como cruel para quienes se quedan a mitad del camino.

Festivales como Cannes Lions se han consolidado como algunos de los referentes más influyentes en el reconocimiento de la excelencia publicitaria y creativa a nivel global. El nuevo pensamiento estratégico marca una clara orientación hacia el activismo de marca, la responsabilidad social y la innovación tecnológica. En esa perspectiva, no falta quien (más interesado en figurar que en transformar) vista causas como si fueran outfits de temporada.

En medio del glamour de los grandes eventos de premiación publicitaria, la industria ha tenido que redefinirse en torno a ejes como el mérito, la legitimidad y la ética en el proceso (incluidos los nuevos alcances tecnológicos), así como la validación y la coherencia. Un termómetro infalible: las audiencias. Porque difícilmente se sostienen causas “fake” sin perder estructura en el camino, frente a la evidencia de lo que claramente carece de autenticidad.

Y entonces, ¿los grandes festivales creativos y la industria están redefiniendo el mérito o solo adaptando el discurso al espíritu de la época?

Como en todo, los procesos de cambio, adaptación y deconstrucción no son sencillos. Existe un compromiso (desde otro lugar) de las entidades que representan el respaldo de la legitimidad otorgada en un premio y también por parte de los jugadores de la industria: agencias, anunciantes, creativos y líderes empresariales.

Ese “desde otro lugar” está en la mira de quienes realmente están migrando hacia un enfoque distinto: el del impacto social real y la participación consciente. Y es que, en este camino, la apuesta segura por capitalizar las tendencias “con causa” pende de una delgada línea, especialmente cuando en la cotidianidad no hay coherencia entre el discurso, las prácticas y la solidez de los compromisos sostenidos. Por fortuna, cada vez son más quienes se suman a esta perspectiva que exige fondo, no solo forma.

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