Por Rita Alicia Rodríguez
Dentro del universo en constante evolución de los perfiles laborales online, es común que se perciba una pasarela de títulos que definen el prestigio profesional. Ese escaparate digital donde cada cargo compite por la atención ansiosa del algoritmo, la mirada al azar de las empresas y la validación silenciosa —a veces admirada— de los colegas. Lo que antes era un rol funcional hoy se ha transformado en un símbolo de estatus, de visibilidad, que no solo muestra trayectorias: muestra jerarquías que deberían contarnos historias.
En el punto más alto de esta pasarela virtual están los C-levels: los títulos con nivel de élite que lideran desde la cima organizacional. Son los encargados de tomar decisiones clave desde distintos pilares: el CEO desde la visión integral estratégica, el CFO desde las finanzas, el COO desde las operaciones, y una larga lista que incluye marketing, talento, datos, cultura… porque los descriptivos crecen sin freno, multiplicando siglas, responsabilidades… y, a veces, realidades.
¿Estamos frente a una evolución natural del liderazgo, o ante una inflación y fragmentación de títulos que confunde más de lo que suma?
Para empezar, el panorama muestra realidades corporativas que se mueven en direcciones opuestas. Por un lado, la contracción de puestos y roles en los niveles medios, donde los límites entre funciones y alcances suelen estar lejos de una competitividad práctica, y más aún, de la ejecución real. Por otro, la desmedida diversificación de cargos en la zona premium organizacional, que se mueven al ritmo de las tendencias del mercado laboral.
¡Ah! Y una variable más que no conviene ignorar: el ascenso acelerado. Actualmente, el paso por los distintos niveles jerárquicos ocurre en menos años, muchas veces con más premura que experiencia y con más impaciencia corporativa que un sólido y paulatino desarrollo profesional.
Hoy más que nunca, los Apellidos Jerárquicos deben responder a una narrativa que refleje visión estratégica, experiencia real y capacidad de ejecución. Liderar implica haber supervisado, implementado y, sobre todo, haber estado en la “cancha”. No se trata solo de planear, sino de construir modelos de negocio escalables y con impacto social. Aquí no basta con tomarse la foto en el evento para la galería: se trata de abrir la conversación desde la contribución, no desde la exposición.
Entonces, ¿qué hay detrás del apellido corporativo, más allá del cargo?
No se trata solo de acumular credenciales o encadenar puestos similares. Se construye con una visión empática, apertura genuina al entorno cambiante y un criterio ético firme (uno que no dude en cuestionar, decidir y actuar con integridad), ¡incluso cuando eso implique ir contra corriente!
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