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Por Rita Alicia Rodríguez

El management actual necesita líderes empáticos y unitivos, capaces de crear una visión e implementarla. ¿Qué ocurre cuando se ejerce este rol a partir de una orientación equivocada y de una realidad distorsionada? 

Como parte de sus controversiales y desatinadas declaraciones, Donald Trump manifestó a principios de año que para él es una buena idea cambiar el nombre al Golfo de México porque éste no refleja la contribución de Estados Unidos en la región: “Hacemos la mayor parte del trabajo”, afirmó.  Esta frase, tan cargada de división y egocentrismo, estoy segura que puede traer a la mente de muchos distintos personajes lanzando frases icónicas dignas de buenas parodias en las mesas de reencuentros laborales.

Y es que, estos particulares seres tienen la capacidad de regalar momentos cómicos (otros por supuesto, no lo son tanto) porque van por la vida actuando en la notoriedad de un liderazgo que, a la luz de todos es absurdo. Cuántas veces no viste o escuchaste de un (no digamos líder) encargado de un equipo protagonizando alguna anécdota o comentario fuera de lugar motivados en su mayoría por la necesidad de reconocimiento.

En un sencillo ejercicio pregunté a trabajadores de distintas profesiones y oficios, ¿cuál ha sido la frase más desatinada que has escuchado de alguien encargado de un equipo?, estas fueron las más inquietantes:

  • “¿Por qué le subiste al audio del Teams, me estás grabando?”
  • “Qué crees, no saqué dinero del banco, te pago la próxima semana”
  • “¿No lo vas a resolver llorando eh?”
  • “¿Qué no te da para más?”
  • “No me busques porque no me conoces de esa manera, me vas a desconocer”
  • “Aquí se te paga mucho más de lo que ganabas antes”
  • “Yo no me preocupo, hay muchos que quieren tu puesto”.

Por otro lado, cuando les pregunté sobre algún comportamiento recurrente de sus jefes, esto fue algo de lo que me compartieron:

  • “Había un Director que disfrutaba generar discordia entre los equipos de distintas áreas y también hacía comentarios donde nos comparaba frente a todos”.
  • “Tuve una jefa que le molestaba que tomáramos los horarios habituales de comida, tenía más cercanía con los integrantes del equipo que declaraban tomar rápidamente estos espacios”.
  • “Trabajo en una casa donde su dueña siempre revisa si tomamos algo del refrigerador o de la cocina”.
  • En las reuniones con los proveedores mi jefe buscaba la forma de intimidarlos regañando al equipo”.

Lo anterior nos demuestra que detrás de estas incompetencias para liderar también existe mucho trabajo personal sin resolver. De igual forma, sistemas de creencias que son llevados a esta interacción donde se juega un rol de autoridad. Recuerdo el caso de una Team leader afirmando que “sus gallos” eran los hombres del equipo y sólo tenía empatía con las mujeres que a todo le decían sí. Con el paso de los años, me pregunto qué batallas internas y de vida atravesó que tristemente sólo hallaba validación y confort en esta dinámica.  Lo mismo ocurre con aquellos líderes que adoptan un rol paternalista e invasivo con sus equipos porque les reconforta esta sensación de control.

Para los que tenemos equipos, para quienes lo van a tener y para los que forman parte de uno, es importante comprender que en el rol del líder se crea una visión y una estrategia compartida que permea para todos. Por lo tanto, vale la pena derribar los prejuicios y ser más receptivos fomentando la integración y la suma de todos. De igual forma, tomar con responsabilidad que la relación todavía es con humanos, ¡no con robots!

Otro aspecto relevante es que el líder al ejercer su habilidad o su cometido de influencia, va a persuadir a los demás para actuar o tomar una postura. Entonces, si el líder concibe la realidad un poco distorsionada, le vendría bien dirigir con apertura, información fundamentada y principalmente, con profesionalismo. 

Atrás quedó el exhibir a los demás, amedrentar, minimizar logros, redundar en los errores, impulsar la confrontación para obtener visibilidad, dar preferencia a los que no cuestionan, no empatizar; esto no es liderazgo.  

Todo se aprende y se perfecciona en el camino y sí, también sumará trabajar en lo individual para no cargar en los demás los procesos personales. Leí hace poco en redes sociales que alguien escribió: “El que es feliz, jode menos” y estoy de acuerdo.

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