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Por Renata Roa

Hasta hace unos años, lo que la gente sabía y compartía tenía un valor enorme en la construcción de una marca personal.¿Qué es una marca personal? Es lo que las personas dicen de ti cuando no estás presente. Es, sobre todo, ese superpoder que hace que te recomienden o piensen en ti cuando necesitan justo lo que tú ofreces.

Podría hablarte horas del tema. De hecho, lo hago en mi libro Tu Marca Personal, donde lo abordo con calma y profundidad. Pero la definición que más me ha servido para que la gente realmente la entienda, la recuerde y la construya con propósito es simple y poderosa:“La marca personal es la huella que dejamos en el corazón de las personas.”

Sí, la emoción que despertamos en nuestras interacciones es lo que construye un recuerdo y nos posiciona como la primera opción cuando se habla de lo que hacemos o vendemos.

Por años he acompañado a construir marcas personales de todo tipo de perfiles: ejecutivas, directores, políticos, deportistas, amas de casa… de todo. Y de todas las estrategias que existen, las que más impacto tienen son las que alimentan el principio de autoridad: todas esas formas de demostrar que eres bueno en lo que haces y que tienes la legitimidad para hablar del tema. No solo desde la empatía de haberlo vivido, sino desde el conocimiento, la experiencia y la coherencia para realmente caminar lo que predicas. Desde testimonios, resultados, entrevistas, ponencias, artículos, columnas, hasta contenido en redes… todo eso construía una percepción real y ganada.

Pero hoy, con la bendita (y a veces temida) inteligencia artificial, donde todo está a una pregunta de distancia, construir una marca personal se vuelve no solo relevante, sino urgente. Porque ya no se trata solo de tener presencia, sino de tener presencia con propósito y que atienda a lo que tú eres y quieres. Sí, una marca es un catalizador para llegar a dónde tú quieras llegar, y a veces a lugares que nunca imaginaste, pero siempre con el poder de decidir si te quedas o te vas.

Hoy puedes publicar contenido sin que sea tuyo. Pero ¿qué valor genuino le estás aportando a tu audiencia? ¿Qué puedes decir que no sea un refrito de lo que otros ya dijeron? ¿Cómo puedes reconciliarte con tu proceso sin caer en la comparación o la autoexigencia destructiva?

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