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Por Regina Reyes-Heroles

La procrastinación es un patrón de comportamiento común en las personas. Todas procrastinamos en algún momento y es una experiencia humana. Unos lo hacen más que otros, la diferencia está en el patrón y el impacto. 

He procrastinado más que en otros periodos de mi vida. Me doy cuenta que resulta en un desorden más constante en mi escritorio y, finalmente, presentí que podría estar desordenando mis finanzas.

¿Procrastinar tendrá impacto en la economía? 

El acto de retrasar, dejar para luego o posponer actividades no solo es un problema de administración de tiempo, es una falla en la auto-regulación que nos lleva a actitudes más irracionales y por lo tanto, afecta nuestra economía.

Encontré un estudio publicado en la European Research Studies Journal titulado “Economics of Procrastination: The Case of EU Grants” que prueba que “la procrastinación tiene un impacto real y significativo en la eficiencia económica de las actividades de gestión”.

En el momento en que terminé de leer las 14 páginas del estudio de los polacos Łukasz Konopielko, Michał Kochański y Krzysztof Woźniak entendí que los líderes de las organizaciones, y por lo tanto las personas que administran sus recursos y los de un negocio, necesitan analizar sus patrones de procrastinación y cómo afectan al manejo de esos recursos.

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