Por Pilar González Amaranto*
Las universidades constituyen un espacio de gran privilegio. Quienes tienen acceso a vivir su juventud, podrán dedicar algunos años de su vida a cultivar distintos tipos de saberes y experiencias que nutrirán y determinarán su forma de afrontar la vida, con sus relativos impactos.
Habrá otras personas que no pasen por esta etapa. Que pasen de ser niños, directamente a las cosas de adultos, como trabajar, embarazarse, endeudarse o hacerse cargo de un hogar incluso antes de cumplir la mayoría de edad.
La gran cernidora de esta bifurcación es estructural. Poquísimas personas podrán desafiar los determinantes sociales que les mantendrán lejos de la oportunidad de vivir su juventud como tal, y de cursar una carrera profesional.
La universidad tiene una responsabilidad magnánima. Su éxito no puede proclamarse simplemente al satisfacer a sus usuarios directos, sino que debería medirse en términos de incidencia y de los bienes comunes que es capaz de producir. Es decir, debería significar la posibilidad de mejores futuros para quienes cruzaron sus aulas, pero también para quienes no lo hicieron.
No cabe duda de que los problemas más graves que enfrentamos hoy en día son de naturaleza social. Hemos dominado la generación de plusvalía y riqueza, hemos encontrado soluciones para enfermedades antes pensadas incurables, hemos conquistado tecnologías que nos han permitido explorar el espacio, automatizar y externalizar el trabajo y radicalizar el mundo de la generación de información.
Pero esas avasalladoras conquistas del conocimiento y la tecnología se vuelven añicos cuando cotejamos los modestos avances que se han registrado hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030. En eso vamos reprobando.
El acceso pleno a los derechos humanos existe sólo para unos cuantos.
¿Y cómo habríamos de garantizar esos objetivos a nivel global, si no logramos instaurarlos en pequeña escala?
En ese sentido, las instituciones constituyen un laboratorio de gran potencial, y de entre ellas, la Universidad concentra aún más fortalezas para conseguirlo.
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