Por Paz Austin
La noche del 15 de diciembre en alguna de mis redes sociales escribí: “Hoy es un día triste para el vino mexicano”. Mi cerebro y mi corazón ardían en adrenalina, enojo y tristeza ante la pérdida de un amigo a manos de la cruel impunidad que gobierna nuestro país. Ricardo Vega Cámara fue asesinado en la carretera de Apaseo el Grande, la misma carretera que yo he transitado muchas veces de camino a los viñedos, la misma carretera que Agos y Fabri manejan para ir a trabajar y visitar al montón de amigos que han hecho en México desde que llegaron de Argentina, la carretera que Alberto recorre para ir a visitar clientes en pro de colocar los vinos que hace sus familia con los restaurantes de la región después de dejar a su hijito en la escuela y también la misma carreta que Valentina conoce tan bien y que cruza cuando va a dar cursos de viticultura y enoturismo. Esas son nuestras carreteras de diario, esa es nuestra gente y mataron a uno de nosotros.
Ricardo Vega era un empresario importante y bien conocido por su espíritu emprendedor, se ganó el cariño y el respeto de todo el bajío y por supuesto de todo el sector vitivinícola de nuestro país. Lo recuerdo siempre sonriente y amable, pienso que lo conocí poco para tantas veces que lo vi en reuniones y eventos, pero es que a mí me imponía un poco su presencia, era un gran señor y yo nueva en el mundo del vino ¿qué tanto podía decirle?, así que mejor quedaba atenta a escuchar. Compartí con él algunos buenos vinos, recorridos por su viñedo y varias conversaciones sobre México y el futuro del vino mexicano. No hace mucho tiempo desde la última vez que lo vi, estábamos con otros empresarios del sector del vino y se planteaba una misión importante: ¿Cómo crecer el campo vitivinícola mexicano? para lo que tenía clara la respuesta: LA UNIDAD.
Ricardo sabía bien a donde teníamos que ir como productores y promotores de nuestros vinos en un futuro cercano, tenía una visión sobre la grandeza de la tierra y de cómo había que recuperar los cientos de años perdidos del legado vinícola mexicano ante sucesos políticos y sociales de nuestra historia. Cuna de Tierra fue fundado por Ricardo y su familia en 2005 en tierras de gran legado histórico, cuenta la leyenda que ahí mismo crecieron las vides del Padre de la Patria, Don Miguel Hidalgo y Costilla.
Ricardo creía en las asociaciones y sociedades como vehículos de avance y crecimiento, fue fundador de Uva y Vino de Guanajuato, la agrupación gremial del estado y también fue un socio muy activo del Consejo Mexicano Vitivinícola. Sabía que en estos grupos había otros entusiastas con los que compartía la visión de enorgullecer a los mexicanos a través de nuestros vinos de gran calidad. Son muchos los que lo consideraron amigo y mentor. Siendo hombre de familia creía también en su familia vinícola y procuraba que así se sintieran todos, cuidados y en familia. Ricardo buscaba sumar, unía en sus mesas a los agrónomos, a los empresarios, a los políticos, a los jóvenes y a los mayores. En su visión todos cabemos en el proyecto del Vino Mexicano, tenía fe en el empresariado mexicano que velaba por la legalidad, la trascendencia del vino a través de las buenas prácticas y el cuidado de la tierra. Invirtió en tecnología, equipo y talento para la región, nos apoyó a muchos. El anhelo y pasión con el que creció su proyecto fue inspiración para muchos otros proyectos que hoy florecen la viticultura de nuestro altiplano, vio sus vinos triunfar en concursos internacionales, más de 84 medallas dan fe de ello y la gente habla ya de su profundo legado.
Ricardo no merecía morir así y en deuda estamos todos con él y su familia, por eso en la unidad trabajaremos por mantener su legado vivo. Guanajuato es una tierra amada que nos pertenece a quienes la trabajamos, estamos comprometidos en nuestra gente y nuestra industria, somos muchas las manos que vemos ahí futuro para el turismo, la hospitalidad, las tradiciones y la agricultura que es la actividad por excelencia de la región. Guanajuato ya luchó una independencia por una copa de vino y sin duda lo volvería a hacer, porque en esa tierra hay muchos soñadores como Ricardo Vega que sueñan con campos de uvas y una sociedad en paz.
*Paz Austin es una líder destacada en la industria de bebidas tradicionales mexicanas. Ha impulsado el vino mexicano a nivel internacional, logrando hitos como el Día Nacional del Vino Mexicano y el 43 Congreso Mundial del Vino en Baja California. Con experiencia en diversas bebidas, como tequila y cerveza artesanal, actualmente es consultora de importantes proyectos en México y el extranjero.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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