Por Mónica Flores
Aunque estamos saturados de noticias de violencia contra las mujeres, paradójicamente nos falta visibilizar más la que se ejerce en el contexto laboral.
La violencia en el trabajo cuesta en muchos sentidos, pero lo primero que cuesta es identificarla y reconocerla. Se habla mucho del acoso sexual y pareciera que es la única forma de violentar a alguien en el entorno laboral. No es así.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la violencia laboral se define como toda acción, incidente o comportamiento que se aparta de lo razonable mediante el cual una persona es agredida, amenazada, humillada o lesionada por otra en el ejercicio de su actividad profesional o como consecuencia directa de la misma.La violencia en el trabajo toma diferentes formas y, en ocasiones, es muy difícil saber qué está presente. Por supuesto que la violencia puede ser de hombres hacia mujeres, de mujeres hacia hombres, de mujeres hacia mujeres, de hombres hacia hombres, pero en esta ocasión, me concentraré en hablar de la violencia hacia las mujeres.
La tipología de la violencia se presenta de manera ascendente, horizontal o descendente en la estructura organizacional: discriminar, humillar, amenazar, intimidar, invalidar, ignorar, etiquetar, eso es violencia.
Ejemplificaré:
- Discriminar a una mujer para tener acceso a oportunidades de ocupar una posición superior o liderar un proyecto.
- Pagar por el mismo trabajo un menor salario a una mujer solo por el hecho de serlo.
- Ignorar las opiniones de una mujer o invalidar sus puntos de vista.
- Minimizar sus logros.
- Menoscabar su confianza con opiniones destructivas sobre su desempeño o aspecto físico.
- Ignorar su presencia y opiniones dentro de un equipo de trabajo.
- Asignar tareas de cuidados a una mujer sin que formen parte de sus responsabilidades, solo porque son actividades “de mujeres”.
- Cuestionar la capacidad profesional de una mujer “porque es mujer”, luego entonces es débil.
- Atribuir el comportamiento de una mujer a la idea de que “anda en sus días”, “está menopáusica”, está embarazada o es emocional.
- Ridiculizar las ideas o forma de trabajo de una mujer.
- Asignar cargas excesivas de trabajo a una mujer.
- Impedir el acceso de una mujer a determinados roles.
- Imponer apodos o motes para referirse de manera despectiva a una mujer o hacer bromas misóginas.
- Asignar estereotipos de género: debe estar delgada, impecable y “verse bonita”.
- No invitarla a eventos de networking “porque debe estar en su casa”.
- Llamarla con adjetivos (reina, linda, guapa, chula…), no por su nombre o título.
- Entrevistar con sesgos haciendo filtros con preguntas como: ¿quién cuida a tus hijos?, ¿te piensas casar pronto?, ¿planeas tener hijos?, ¿tu esposo te dará permiso de viajar?
- Solicitar determinadas tallas o medidas para poder aplicar a un puesto de trabajo.
¿Sigo?
Hay que ser claros: aquí la intención no es lo que cuenta. La intención no justifica. Lo que importa es cómo nuestro comportamiento hace sentir a los demás.
Si nos siguen faltando motivos para luchar contra este tipo de violencia, veamos lo que nos cuesta:
- Baja productividad.
- Ausentismo.
- Rotación.
- Accidentes.
- Proyectos que fracasan.
- Desconfianza en el liderazgo y desmotivación.
- Detrimento de las relaciones laborales.
- Daños emocionales y psicológicos a las personas.
- Mal clima laboral.
- Deterioro de la marca empleadora.
El no saber reconocer que se está frente a una situación de violencia dificulta su abordaje.
Necesitamos:
- Predicar con el ejemplo desde todos los niveles de la organización.
- Campañas de sensibilización: porque todos deberíamos ser conscientes de nuestras acciones violentas y evitarlas.
- Canales de denuncia: se necesitan procesos formales ya que muchas mujeres temen represalias al hablar de estos temas y no saben cómo informarlo ni con quién.
- Apoyo profesional-psicológico: para detectar y saber manejar las situaciones violentas.
- Políticas que prevengan y sancionen: hacerlas del conocimiento de todos y, cuando sea necesario, tomar medidas ejemplares.
- Hablar de talento sin importar el género.
Erradicar la violencia laboral es una responsabilidad compartida y un interés común. Necesitamos ambientes de trabajo sanos para que todas las personas puedan potenciar su talento.
Al parecer, muchos no han entendido lo suficiente que las mujeres somos la mitad de la población, que somos capaces, que estamos preparadas, que nuestro bienestar importa y que nuestro talento hace grandes aportaciones a los negocios y a la sociedad.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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