Por Marilú Acosta
Con horas de diferencia murieron estas 5 hermanitas, de 13, 11 y 9 años. Sus cuerpos, violentados por distintas razones, fueron arrastrados abruptamente lejos de sus padres, entre el 3 y 4 de julio. Blair y Brooke murieron por las inundaciones sucedidas en Texas; Meredith, Medelin y Karla murieron a balazos en Sonora. ¿Por qué? Se preguntan sin encontrar razones. “Ellas no tenían ninguna culpa”. El caso es que la muerte no es un castigo, porque no importa qué hagamos, cómo y cuándo, no son nuestras acciones lo que nos mata, sino el hecho de haber nacido lo que nos condena a morir sí o sí. Ambas hermanas fueron encontradas abrazadas, protegiéndose o acurrucándose, dándose ánimos y haciendo que sus cuerpos encontraran consuelo y fortaleza en los momentos previos a su muerte. Asegurándose que su piel compartiera la frialdad de la muerte. Otra pregunta que surge es: ¿para qué? ¿Cuál es el mensaje de estas muertes, si el universo tuviera un lenguaje que debiéramos descifrar?
La muerte es algo cotidiano, anualmente mueren más de 61 millones de personas. Sin embargo, no por ser algo cotidiano y la otra cara de la moneda de la vida, significa que no duela. El duelo de la muerte, nada ni nadie puede evitarlo. Perder a un ser querido es un cambio sustancial; nada vuelve a ser igual. Esto no quiere decir que no se pueda ser feliz después de un duelo, sólo que todo cambia. La muerte genera un cambio profundo y sostenido en los deudos, cercanos o lejanos. Por lo pronto, los seres queridos de Meredith, Medelin, Karla, Blair y Brooke no la están pasando nada bien y falta tiempo para que el dolor deje de ser agudo. ¿Qué pasaría si intercambiamos la causa de muerte? ¿Habría mayor consuelo, se entendería por qué vivieron lo que vivieron y por qué murieron? No. ¿Hay algo que reclamar? En ambos casos hay un tema de incompetencia de autoridades que llegaron tarde. Sus muertes son una muestra de un gobierno incapaz de cuidar a su ciudadanía. Algo que tampoco resulta novedoso, eso ya lo sabíamos. Claro que abona, y más por ser mujeres, y más por ser unas niñas. Ahora, nadie muere en la víspera o cuando te toca, aunque te quites, y cuando no te toca, ni aunque te pongas.
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