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Por Lourdes Encinas

Ya perdida la jornada, ya abierto el estribor al abordaje, un flechazo final quebró su arco.

El rey le preguntó qué se había roto a sus espaldas y Einar Tambarskelver dijo: Noruega, rey, entre tus manos.

– Fragmento del poema Einar Tambarskelver de José Luis Borges.

Tres niñas. Hermanitas.

La menor tenía nueve años; las gemelas, once.

Tres cuerpecitos con heridas de bala y signos de violencia, abandonados bajo un árbol, en medio del monte. Aún vestían pijamas de caricatura.

Tres hermanitas asesinadas y desechadas con la brutalidad del crimen organizado.

Quedaron fundidas en un abrazo final, las mayores protegiendo a la más pequeña.

Las hallaron integrantes del colectivo Buscadoras por la Paz, en la zona rural de Hermosillo.

En un Sonora caliente tanto por el sol como por la violencia.

A su madre la encontraron un día antes, en la misma zona, en condiciones similares.

Sola. Separada para siempre de sus hijas.

Mientras escribo esto, la Fiscalía de Sonora informa la detención de la pareja sentimental de la madre: un individuo “plenamente relacionado con los hechos”, presuntamente dedicado al narcomenudeo y vinculado a una organización criminal que opera en la capital del estado.

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