Document
Por Lourdes Encinas

Para Karla y para Laisha.

En los pueblos medievales de Europa existía un siniestro instrumento de tortura llamado scold's bridle o bozal de regaño. Esta jaula de hierro se colocaba sobre la cabeza de mujeres (principalmente) consideradas "problemáticas", aquellas que osaban hablar demasiado o expresar opiniones “inconvenientes”. El dispositivo incluía una placa de metal que presionaba la lengua, haciendo imposible el habla y convirtiendo cualquier intento de comunicación en un grito ahogado.

En el México actual no se necesitan jaulas de hierro para silenciar voces incómodas. Se han perfeccionado métodos más sofisticados, pero igualmente efectivos, como el acoso judicial, la intimidación sistemática, campañas de hostigamiento en redes sociales y, en casos extremos, la violencia física. 

El bozal medieval ha evolucionado, pero su propósito permanece inalterable: silenciar a quienes se atreven a criticar el poder.

La analogía no es casual ni exagerada. Tanto el scold's bridle como la censura moderna comparten la característica fundamental de transformar el acto natural de comunicar en una experiencia de castigo y humillación. 

En la época medieval, las mujeres que llevaban el bozal eran paseadas por las calles como espectáculo público, enviando un mensaje claro a otras: "esto les ocurre a quienes hablan de más”. Hoy, cuando un periodista es demandado por difamación tras investigar actos de corrupción, cuando un ciudadano es obligado a disculparse públicamente con el político ofendido o cuando una usuaria de redes sociales es sancionada por hacer una crítica, el mensaje es idéntico.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.