Por Linda Atach Zaga
"El objetivo de un nuevo año no es que deberíamos
tener un nuevo año. Es que deberíamos tener una nueva alma"
G.K. Chesterton, escritor y periodista británico.
Todos los inicios son esperanzadores. Repletos de ilusión, propósitos y la feliz oportunidad de recomenzar. Los nuevos ciclos tienen la facultad de entusiasmarnos y hacernos creer que lo podemos todo, aunque para muchos el ambicioso arranque de la lucha suceda después del festejo de Reyes o hasta la segunda quincena de enero.
Sé que lo repito cada año, pero éste se revela más prometedor: recibimos el 2025 como una sociedad consciente de que lo mínimo que podemos hacer es respetar la diversidad como queremos que se nos respete y de que la discapacidad no debe ser una limitante para las personas que nacen con ella o la adquieren en algún momento de su vida, sino una condición que requiere de adecuaciones y políticas públicas.
También nos queda muy claro que las concentraciones de gases de efecto invernadero, la quema de combustibles fósiles y la tala de árboles pueden adelantar el fin de nuestro mundo. Además, y por el simple hecho de haber sobrevivido a una pandemia, valoramos la vida y sabemos medir, quizá mucho mejor que antes, los riesgos de la inteligencia artificial y los peligros de las redes sociales mal ocupadas, especialmente cuando llegan a los niños.
Y si bien podríamos afirmar que una buena parte de los habitantes del planeta comprendemos que la violencia, el odio y las armas nucleares son capaces de matar millones de inocentes, los horrores que hemos presenciado en los últimos tiempos nos hacen dudar de la veracidad de nuestras creencias: ¿Qué les ha faltado a los líderes para entender que la mejor victoria es la paz? ¿Por qué les es tan necesario imponer sus razones y atentar en contra de egos ajenos para sentirse invencibles y poderosos?
A pesar de que este escenario tan desolador no parece tener para cuando acabar, sigo creyendo que 2025 será mejor, por el simple hecho de que hoy la información habla por sí misma. En la actualidad es imposible ocultar una agresión, el acoso, un abuso o algo tan mayúsculo e imperdonable como un crimen de lesa humanidad, porque existen registros por todas partes, videos y hasta hackers que comparten la verdad más rápido que un parpadeo y ponen en evidencia los secretos mejor guardados ¿Cómo no “comportarte” cuando sabes que te están viendo y que las consecuencias de tus acciones pueden ser nefastas?
En el caso de México, mis expectativas son todavía mayores porque todos los ojos están sobre Claudia Sheinbaum que, además de enfrentar tremendos desafíos en el plano de seguridad y el crimen organizado, tendrá que negociar para apaciguar las políticas migratorias de Trump y no sólo por las desgarradoras deportaciones que se esperan, sino por la cantidad de migrantes que se quedarán varados en México por la imposibilidad de llegar a los Estados Unidos.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de platicar con Mario, un migrante hondureño que me pidió no revelar su apellido. Con tan sólo 21 años, el joven perdió la vista hace tres en una estancia migratoria cerca de Tapachula, a causa de los golpes que le propinaron los encargados del sitio. Se los había ganado por negarse a delinquir.
Como Mario, los cientos de miles de migrantes que atraviesan nuestro país en búsqueda de oportunidades experimentan inseguridad, agresiones y hasta tortura, igual por parte de las autoridades que del crimen organizado.
Así, en el entendido de que durante 2025 llegarán a nuestro país miles de migrantes provenientes del hambre que hoy diezma Venezuela y las escasas posibilidades de salir adelante que ofrecen Nicaragua, Honduras, El Salvador y otros países, nuestra presidenta tendrá la mejor oportunidad para situar a México como una nación humanitaria y solidaria que trata dignamente a quienes buscan una mejor vida. Claro que si quiere lograr esto necesitará acciones, pero más que nada, implementar una tolerancia cero hacia la violencia y poner por encima de todas las cosas el valor de la vida.
Ojalá este puñado de sueños se vuelva realidad y Claudia responda a nuestra confianza.
Pedir no cuesta.
¡Feliz 2025!
*Historiadora del arte, amante de la vida y defensora de los Derechos Humanos.
Experta en cultura visual y género. Orgullosamente egresada de la UNAM
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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