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Por Laura Pérez Cisneros
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Abres la puerta recorres tu casa que espera por ti como cada día, sonríes te invade esa paz, saber que estás en un lugar  que es tuyo, son tus terrenos, tus reglas, es tu  hogar podría decirse que tu propio país.

Ahora imagina que de pronto tienes que dejar todo y sin poder despedirte, sin asimilarlo guardas tus cosas, tu ropa, y de paso tus vivencias, tus recuerdos… Eso vivieron 2 hombres  de la realeza: El Sha de Irán y su hijo el príncipe heredero Reza Pahlavi. Años después le sucedió al Rey Emérito de España. ¿Se vive feliz en el exilio? ¿Las añoranzas pesan y dejan huecos en el alma? 

El poder combinado con riqueza y un toque de soberbia te lleva al despeñadero y esa fue la consecuencia en diferentes tiempos. En 1971 el Sha Mohamed Reza Pahlavi en un afán de demostrar su poderío organizó un fiestón en las ruinas de Persépolis, se construyó un aeropuerto y tiendas de campaña de lujo para recibir a más 60 miembros de la realeza: Los príncipes Juan Carlos de Borbón y Sofía de España, el esposo de Isabel II Felipe de Edimburgo, los Reyes de Noruega, Suecia, Dinamarca, Rainiero y Grace Kelly de Mónaco y también fueron algunos jefes de Estado, para celebrar los 2500 años de la fundación del Imperio Persa. El banquete estuvo a cargo del Maxim's de París, corrió el champagne, mucho champagne que contrastó con la pobreza y la opresión del pueblo iraní. Ese fue el inicio del descontento, el Sha fue derrocado en 1979, nació la República Islámica de Irán  y el Ayatolah Jomeini tomó el poder hasta nuestros días. De la apertura a occidente que había logrado el Sha Pahlavi como el uso de minifaldas para mujeres, bailar Rock & Roll y sobre todo la libertad, todo se fue por el caño, ahora las mujeres son vigiladas por la llamada “Policía Moral” y en las calles ronda el islamismo radical.

¿Qué siguió para el llamado “Rey de Reyes”? Entre los países en los que vivió en el exilio estuvo México, brevemente en Acapulco y después Cuernavaca donde encontró tranquilidad, mientras batallaba con un agresivo cáncer. Su destino final fue Egipto donde murió en 1980 en la soledad, sin la fastuosidad en la que vivió… Ningún royal acudió a despedirlo.

Su hijo Reza Pahlavi   ha hecho su vida en EU. Luego de la llamada “Guerra de los 12 días” en la que Trump logró un alto al fuego entre Teherán y Tel Aviv, el príncipe heredero  de 64 años emergió en el escenario  con la propuesta de terminar con el régimen iraní, que exista separación de la religión con el gobierno y que se respete el derecho del pueblo a elegir una futura democracia.

Ya ha convocado a una cumbre de cooperación a realizarse en la UE. ¿Tendrá repercusiones? No lo sabemos, pero, ¿como regresar a tu país que dejaste de joven? ¿Cómo lidiar con un pueblo acostumbrado  al radicalismo pese a la hipotética caída de la dictadura? Se entiende, Reza Pahlavi tiene un pendiente con su padre, nunca pidió vivir en el exilio la mayor parte de su vida y ha cargado estos años  con el deseo de caminar nuevamente por las calles de Teherán; A pesar de que ha dicho que no pretende ningún cargo político, esta historia royal no ha terminado...

Viajemos ahora a España donde la arrogancia, negocios millonarios que llevaron a diversas investigaciones hasta ahora no comprobadas, adulterio y como colofón un lujoso safari, han sido la sombra para el Rey Emérito Juan Carlos I de España, quien se supone pasaría a la historia como el puente entre la dictadura y la democracia.

El Rey pidió perdón por sus errores pero no fue suficiente, su pueblo estaba enojado y la única ruta era abdicar como sucedió hace 11 años. No ha sido una tarea fácil para su hijo Felipe VI quien al defender la corona  pactó con su padre su salida del país. Desde agosto del 2020 el Emérito se fue a vivir a Abu Dabi donde es visitado regularmente por sus hijas las infantas Elena y Cristina.

A pesar de que ha regresado a España  de visita estos años, este “autoexilio impuesto” le ha dado las horas para meditar y escribir su versión de tanto escándalo en su vida y a finales de este 2025 se publicará “Reconciliación” que en su título el Rey Emérito busca tender un puente hacia su familia, hacia su país y dar su versión, ¿será capaz de borrar esas sombras? Juan Carlos I ha dicho “No tengo derecho a llorar” no le creemos del todo. 

Lo que sí es claro tanto para el Sha como para el Emérito, los excesos de poder no fueron una buena influencia en su vida; el costo fue alto: el exilio y de paso el repudio. No son cuentos de Hadas son Historias Reales.

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@lauperezcisnero

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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