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Por Laura Brugés

La oposición se fragmentó más después del mal sabor de boca que dejó la elección del 2 de junio, y lejos de los malos resultados que obtuvieron, de persistir esa división o “divorcio” como le han llamado algunos, podría llevar a la oposición a pulverizarse y muy difícilmente recuperarse de cara a la no tan lejana elección intermedia. 

Con esta pregunta empiezo a analizar qué rumbo tomó cada quien, empecemos por el PRI y el PAN. Jorge Romero Herrera, coordinador de los diputados del blanquiazul, aseguró que pondría una pausa a la alianza electoral con el PRI, en caso de que resulte como líder nacional del blanquiazul, por aquello de “recuperar la identidad” de este instituto político. 

También, el PRI está buscando por su lado recuperar su identidad, luego de que anunciaron que “expulsan el neoliberalismo” de sus principios. Pero una mayor preocupación los asalta, los conflictos internos que tienen por la segunda reelección de Alejandro Moreno Cárdenas, que sería como una segunda purga de priistas (de los que quedan). Como si tuvieran suficientes militantes como para aguantar otra elección, ya que una tras otra, en al menos seis años su votación ha caído, tan sólo en el 2024 pasó del 14% de la votación al 9.54%, siendo ahora cuarta fuerza política. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.