Por Juana Ramírez
Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum prometió la instalación de una red de Farmacias del Bienestar que se construirán junto a las sucursales del Banco del Bienestar y que entregarán medicamentos gratuitos a los adultos mayores a partir del segundo semestre del 2025. Tras el anuncio, resulta inevitable recordar la promesa de su antecesor en respuesta al desabasto de medicamentos que caracterizó todo su sexenio, cuando anunció la construcción de la Megafarmacia que prometía literalmente tener “todos los medicamentos del mundo” y resultó un verdadero fiasco que hoy es además una papa caliente para la administración actual, que le está buscando uso intentando destinarla a la atención de urgencias o faltantes de medicinas en los hospitales, en lugar de reconocer que aquello es, como lo comentó en su momento el analista en salud pública, el Dr. Xavier Tello, “un disparate sin precedentes”.
Este anuncio también se da en medio del proceso de “Compra Consolidada de Medicamentos e Insumos Médicos 2025-2026” que, de concretarse exitosamente, sería la licitación conjunta más grande de la historia del sector salud con un presupuesto de 314,000 millones de pesos. Aunque hay grandes expectativas de los hospitales públicos para resolver de una vez por todas el terrible desabasto y un mesurado optimismo también de la industria farmacéutica y de dispositivos médicos, el proceso ha tenido algunos altibajos y el fallo que se esperaba para el 31 de diciembre fue pospuesto para el 13 de enero. Entre tanto, se anunció una compra complementaria por 17.845 millones de pesos, que incluye unas 1.600 claves con las que esperan garantizar el abasto durante los primeros meses del año. El sexenio recién comienza y el Dr. Kershenobich necesitará al menos del primer semestre de este año para demostrar que los anaqueles de los almacenes y farmacias de las instituciones de salud cuentan de nuevo con lo necesario para dar atención digna y surtir las recetas de los pacientes. No obstante, todavía existen razonables dudas sobre el funcionamiento de la operación logística de Birmex para entregar los insumos en cada hospital, dado que la Secretaría de Salud ha insistido en comprarle a los laboratorios fabricantes y no a los distribuidores.
El caso es que, sin resolver aún el abasto en los hospitales, resulta difícil creer en la capacidad para instalar y gestionar una red de farmacias, que implica retos técnicos, tecnológicos, logísticos, y regulatorios. Me queda claro que cualquier gobierno desearía la popularidad y el cariño de la que goza el Dr. Simi y en Morena deben estar frotándose las manos pensando que, si ellos lograron consolidarse con la promesa de “Lo mismo, pero más barato”, ¡imagínense el efecto de “Lo mismo y gratis”!
El problema es que hacer una red de farmacias no es levantar un par de muros más, instalar servidores de la nación y algunas cajas de medicinas. Este modelo de dispensación es tan complejo que la mayoría de los sistemas de salud en el mundo utilizan las cadenas privadas con convenios especiales de precios y productos, en lugar de pensar en duplicar infraestructuras, entrar en operaciones para las que no están preparados y aumentar los riesgos de corrupción. Ahora bien, conociendo la “lógica” con la que Morena inicia sus faraónicas empresas -una aerolínea, una cadena hotelera o una purificadora de agua-, vale la pena entender aquí el modelo de Farmacias Similares, un fenómeno comercial y social desde donde se le analice.
Esta cadena, fundada en 1997 por Víctor González Torres, suma más de 9.500 sucursales que ofrecen medicamentos, especialmente genéricos, vitaminas y suplementos, dermatológicos, cosméticos, dispositivos médicos y material de curación, además de servicios de salud, entre los que destacan los consultorios para medicina de primer contacto, además de 268 laboratorios de análisis clínicos. Además, un 15% de sus ventas proviene de su propio laboratorio farmacéutico, Laboratorios Best, que cuenta con tres plantas de producción en México. Para dimensionar su tamaño y el nivel de penetración en el mercado, basta con conocer el número de sucursales de su inmediato competidor, Farmacias del Ahorro, que cuenta con unas 1.900 farmacias en el país.
Pero convertirse en la cadena de farmacias más grande del planeta no es todo. El posicionamiento de marca de su famosa botarga, Dr. Simi, un médico de colonia gordito, bonachón, confiable, y divertido, inspirado en Susanito Peñafiel, personaje del actor mexicano Joaquín Pardavé, y en la afición de González Torres por las caricaturas de Disney, ha sido más que un acierto: este fenómeno mercadológico vendió más de medio millón de muñecos el último año, realiza colaboraciones con otras marcas -un buen ejemplo fueron los tenis de edición limitada de Panam, que hicieron sold out el mismo día de su lanzamiento-, cuenta con sus propias tiendas Similandia que la gente visita para comprar souvenirs, mientras famosos de todo el mundo como Adele, Coldplay, Aurora, The Killers, Lady Gaga o Karol G los reciben durante sus conciertos obsequiados por sus fanáticos. Y aquí no para el fenómeno.
Desde su fundación, el mercado objetivo de Farmacias Similares eran las clases populares, y para conectar con ellos, la organización ha mantenido una propuesta de valor muy clara: se trata de productos de buena calidad “pero más baratos”, consultas médicas sin cita previa por setenta pesitos, estudios clínicos básicos de bajo costo, además de los programas de asistencia social de la Fundación del Dr. Simi que, de acuerdo con sus reportes, benefician a un millón doscientas mil personas al año. Los muñecos son elaborados por personas con discapacidad y las utilidades se dedican al apoyo de esta causa. En 2022, estrenaron además “Colonia Simi”, que trabaja en la reconstrucción del tejido social en comunidades de alta marginación, serios problemas de delincuencia y sin acceso a servicios básicos, en tres estados.
Deseable. Seguro. Imagínense la cara de la presidenta pintada en los techos de una colonia, o la botarga del Dr. Morena en todos los hogares mexicanos convertida en objeto de culto y adoración al régimen. Se vale. El asunto es que para que esto ocurra hay que empezar primero por resolver el acceso de los mexicanos a servicios de salud oportunos y de calidad. Luego vemos la mercadotecnia.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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