Por Jimena de Gortari Ludlow
La relación entre ruido y género es un área de investigación emergente que aborda cómo las mujeres y los hombres experimentan y están expuestos de manera diferente a los efectos de este contaminante. Las mujeres, más sensibles al ruido, enfrentamos mayores impactos en la salud y el bienestar, incluyendo estrés, insomnio y problemas cardiovasculares. Esto puede estar relacionado con los roles de género en la dimensión doméstica y productiva, en materia de cuidado, así como en nuestra vida cotidiana que implica, muchas veces, un mayor número de desplazamientos, por lo tanto, una mayor exposición a entornos ruidosos.
Por ubicuidad y uso del espacio las mujeres y los hombres pueden experimentar una exposición diferenciada al ruido según sus roles en la sociedad y los espacios que ocupan. Por ejemplo, las mujeres suelen pasar más tiempo en casa, y en muchas culturas, las responsabilidades domésticas están asociadas a la gestión de entornos ruidosos. Lo cual podría implicar una mayor exposición al ruido doméstico o urbano, como el emitido por electrodomésticos o por habitar en barrios ruidosos.
Las mujeres, especialmente en áreas urbanas, pueden tener patrones de desplazamiento distintos, como transporte público, habitualmente ruidoso, y empleos que las exponen más al ruido, en sectores de atención al cliente, salud, o ventas. Esto puede generar diferencias en la exposición cotidiana al ruido.
Se ha encontrado que las mujeres tienden a ser más sensibles al ruido y a tener una percepción más negativa de los ambientes ruidosos en comparación con los hombres. Las mujeres, en general, son más propensas a reportar molestias o incomodidad relacionadas con el ruido ambiental. Los efectos sobre la salud pueden variar entre géneros, hay investigaciones que han sugerido que las mujeres pueden ser más vulnerables a los efectos negativos del ruido en términos de estrés, ansiedad y trastornos del sueño. En particular, las mujeres son más propensas a experimentar insomnio asociado con el ruido nocturno. El ruido crónico también puede contribuir a trastornos cardiovasculares, algunos estudios indican que las mujeres pueden ser más susceptibles que los hombres a estos efectos.
El estrés causado por ruido puede tener efectos psicológicos más intensos en las mujeres. Esto podría estar relacionado con el mayor estrés percibido en el contexto familiar y doméstico, el cual a menudo se ve exacerbado por la exposición a niveles elevados de ruido.
Las mujeres, como principales cuidadoras, son también las que más están expuestas a la presión de gestionar un ambiente saludable para sus hijos. El ruido ambiental puede afectar el desarrollo infantil, especialmente en áreas urbanas donde los niños están más expuestos al ruido del tráfico y otros factores.
Investigaciones han mostrado que las mujeres tienden a reportar una mayor percepción de incomodidad frente al ruido urbano que los hombres. En muchos países latinoamericanos, donde el ruido del tráfico y la actividad industrial suelen ser más predominantes, las mujeres reportan una mayor exposición al ruido y, por lo tanto, una mayor afectación en su bienestar. En estos contextos, los roles tradicionales de género también influyen en la distribución de la exposición al ruido. Aunque existen regulaciones ambientales que abordan la contaminación acústica, pocas políticas públicas integran un análisis de género. Esto significa que no se abordan adecuadamente las diferencias en la exposición y los efectos del ruido según el género. Las políticas públicas podrían beneficiarse de un enfoque de género que considere, por ejemplo, el acceso a espacios tranquilos, el diseño urbano inclusivo y la adaptación de los ambientes laborales y educativos. Como también del diseño de barrios más silenciosos, la creación de zonas verdes y el uso de tecnologías para la reducción del ruido.
Como hemos revisado hasta aquí, las desigualdades en los roles de género en la familia, el trabajo y el espacio urbano contribuyen a que las mujeres se vean más expuestas y afectadas por el ruido. Sin embargo, todavía falta una integración adecuada de este enfoque en las políticas ambientales y urbanas, así que me pregunto ¿es tiempo de mujeres? ¿Se piensa en nosotras en las políticas públicas que involucran los espacios urbanos?
* Es profesora de tiempo completo de la Ibero. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y Académica de número de la Academia Nacional de Arquitectura. Con post doctorado por la UAM-Cuajimalpa. Doctora por la Universidad Politécnica de Cataluña. Tiene una especialidad en Museografía por la ENCRYM.
Es autora del libro Guía sonora para una ciudad
Investiga sobre acústica urbana, paisaje sonoro, contaminación acústica, salud urbana y espacio público. Es columnista en Opinión 51, coleccionista de sonidos y activista contra el ruido.
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