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Por Gabriela Sotomayor

Al momento de escribir este texto (17h05) hora local de Ginebra, el video posteado en la cuenta de X  por Mafer Turrent tiene 977 likes, 432 retweets y 80 mil vistas. Por su parte,  el video de Regina Seemann tiene en su cuenta de X  909 likes, 606 retweets y 97 mil vistas . Las dos se quejan de violencia vicaria pues sus parejas las amenazan con arrebatarles a sus hijos.  En un país de 120 millones de habitantes, las denuncias de ellas se pierden en el espacio digital. Casi nadie les hizo caso.

Este es el público con el que cuentan las víctimas de violencia familiar en el mar de mensajes de X (Twitter), esa es la atención que se llevan dos madres desesperadas por mantener la custodia de sus hijos. Mafer ya fue liberada y seguirá el juicio en su contra desde su casa. Regina sigue huyendo. Ambas tienen como herramientas para su defensa, además de los abogados, sus posteos en las redes, pero pocos las escuchan. 

Sorprende que en las redes de mujeres periodistas en México el tema no haya trascendido. La mayoría no se solidarizan, no se pronuncian, no lo comparten, ni le dan difusión, salvo en contadas ocasiones.  A Mafer le grita el energúmeno de su marido: “si no te hincas mato a tus hermanos” (que son unos niños). Tampoco reaccionan cuando el tal Edgar le dice: “¡soy un psico!”. Tampoco parece indignarles otros tipos de violencia de género, como las amenazas de muerte que reciben las periodistas, sobre todo, las que investigan el narcotráfico o la corrupción de los que detentan el poder. Si no provoca la empatía de las periodistas, mucho menos la de las mujeres de a pie.  

¿Qué puede importar que una mujer pierda la custodia de sus hijos, vaya a la cárcel o tenga que huir de una ciudad a otra como si fuera delincuente, en un país en el que a diario ocurren un promedio de 8 feminicidios en total impunidad? ¿A quién le quitan el sueño estos casos si la presidenta del país en este extraño “tiempo de mujeres” ni siquiera ha mencionado los nombres de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas sentimentales? La presidenta Claudia Sheinbaum habla de todo menos de los derechos de las mujeres. No ha dicho nada de las madres buscadoras, del flagelo de las jóvenes víctimas de desaparición forzada, de secuestro, de graves violaciones de derechos humanos. Nombró 2025 el año de las Mujeres Indígenas, pero no por nombrarlas está haciendo algo especial por ellas. Suena a cliché.

La violencia contra la mujer, especialmente la de tipo familiar, es una pandemia, es decir que es una enfermedad que se propaga por todo el mundo, no solamente en el país, sino en todos los rincones de la tierra. Si dijéramos que hay epidemia en México, nos veríamos muy cortos. Los casos de Mafer y Regina, que ahora son casos emblemáticos, no fueron mencionados en muchos de los noticieros, ni ocuparon los titulares de los diarios, ni fueron retomados en radio y TV. ¿Por qué? Porque los casos de violencia doméstica en México ocuparían todas las páginas de los diarios y mencionarlos en radio o TV se llevaría todo el tiempo de los noticieros. Hablar del tema no es negocio, ni causa curiosidad y al parecer ahora indigna a muy pocas personas, la mayoría mujeres.

Pienso que debería de haber un “termómetro” como el que lleva la UNESCO sobre los periodistas asesinados en el mundo. El organismo de la ONU lleva ese conteo desde hace más de dos décadas.  ¿Se imaginan cuántos nombres tendría una lista de los casos de violencia familiar denunciados ante la justicia en México? ¿Y en América Latina? ¿Y en el mundo?  Recuerdo sendas barreras de acero que el expresidente Andrés Manuel López Obrador ordenó colocar para “proteger” Palacio Nacional de la marcha de mujeres. Nada mejor que esas vallas metálicas para que las manifestantes pegaran cientos de carteles con nombres y apellidos de víctimas de feminicidios, de violación, en fin, de todo tipo de violencia. Le salió el tiro por la culata.

La indolencia de la violencia contra las mujeres en el país por parte de las mismas mujeres es tremenda y por demás incomprensible. No basta con salir el 8 de marzo a defender sus derechos y a derribar murallas. La atención que reciben en el país los casos de las mujeres víctimas de graves violaciones de derechos humanos, es  casi nula.  Y al final ¿qué es lo que reciben las víctimas de sus compañeras de género?: indiferencia, una helada y cruel indiferencia. 

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