Por Frida Mendoza
Desde la primera vez que vi la película, Chicago se convirtió en uno de mis musicales favoritos y en una de mis referencias más constantes desde que me inicié en el periodismo: ¿cuánto tiempo “nos duran” las noticias, escándalos y tragedias en este país?
En el musical, basado en mujeres que cometen crímenes en esa ciudad, el tiempo es clave: hay que resolver el caso lo más pronto posible, antes de que otra mujer llegue a la cárcel con un nuevo delito, más escandaloso y acapare la atención del resto de los ciudadanos, dificultando la posibilidad de salir libre.
Fuera de la ficción, he reiterado muchas veces mi sentir en este espacio: la realidad nos rebasa, las tragedias se superan y de pronto lo que nos dolía hace unas semanas no lo recordamos con la misma intensidad hoy.
Una de las primeras notas que vi el jueves 24 de abril fue el anuncio del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco sobre el asesinato de la madre buscadora María del Carmen Morales y su hijo Jaime Daniel Ramírez Morales en Tlajomulco de Zúñiga.
María del Carmen, relata el comunicado, se sumó al colectivo jalisciense luego de que su hijo, Ernesto Julián Ramírez Morales, desapareciera en Tlajomulco el 24 de febrero de 2024. Un año y dos meses separan ambas tragedias.
Cuando notificó lo ocurrido, Indira Navarro, líder del colectivo Guerreros Buscadores, lamentó que la familia Ramírez Morales de la que ahora sólo sobreviven dos hijas estuviera atravesada por tanto dolor: la pérdida de su padre hace 5 años, la desaparición de un hermano, y el asesinato de la madre y otro hermano. “¿Tenemos que esperar a que pasen este tipo de situaciones para que atiendan y apoyen a las víctimas?”, se preguntó Indira al explicar que el colectivo está pidiendo que aumente la protección para todas las personas buscadoras.
Pero basta con retroceder un poco en el tiempo: el 2 de abril, a pocos días de que se cumpliera un mes del hallazgo del Rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, Teresa González del colectivo Luz de Esperanza Jalisco falleció a causa del ataque armado en su hogar el 27 de marzo.
Y ni qué decir del propio hallazgo de Teuchitlán que es una tragedia en sí, el desdén de la Fiscalía hacia las familias buscadoras, los errores en cadenas de custodia, los comunicados que niegan que la actividad de búsqueda esté relacionada con los crímenes. No son hechos aislados, México suma al menos el asesinato de 28 madres buscadoras.
Y aquí seguimos, rebasándonos con una noticia tras otra, en una espiral de dolor, de indiferencia colectiva y tragedias rumbo a un nuevo 10 de mayo.
¿Cuántas más? Si morir en la búsqueda por enfermedad o dolor es trágico, no puedo imaginar lo terrible que es vivir una doble tragedia cuando asesinan a quien hace el trabajo que el Estado no cumple.
Justicia para María del Carmen, para Daniel, Teresa y todxs las personas buscadoras. Justicia.

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.

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