Document
Por Flor Aydeé Rodríguez Campos*

La palabra sororidad no es un concepto que esté de moda o que solamente se escucha bien en los discursos, tampoco es una palabra que se utiliza únicamente en el feminismo o en los estudios de género. En general, la palabra hace referencia a la solidaridad entre mujeres, algo que no ha sido fácil entender incluso para nosotras las mujeres, pues en un mundo que nos enseñó a competir entre nosotras todo el tiempo, es que nos vemos obligadas a explicar qué es la sororidad.

Y es que ¿cuántas veces han escuchado estas frases? “Mujeres juntas ni difuntas” o que la peor enemiga de una mujer es otra mujer. Lo hemos visto en las películas, telenovelas y cuentos de hadas. La realidad es que nadie nos habló de sororidad, ni en la escuela, ni nuestras abuelas, ni nuestras madres, y es que no es culpa de ellas porque tampoco a ellas les hablaron de esta gran mentira que no es más que el primer gran triunfo del patriarcado: la enemistad entre las mujeres, pues tampoco sabían que existía la posibilidad de ser compañeras. Pero poco a poco y con libertad nos hemos dado cuenta que nos enseñaron a ser rivales, pero hemos decidido empezar a ser aliadas.

El feminismo nos ha ayudado a entender el desarrollo de una cultura que busca erradicar la violencia, la intolerancia y los abusos. Es así como en la década de los años setenta diversas feministas y pensadoras comenzaron a utilizar esta palabra, entre ellas Kate Millet, en su libro Política Sexual, utilizó la palabra inglesa “sisterhood”, y algunos años después Marcela Lagarde utilizó la palabra “sororidad”. La sororidad es un término que deriva del latín sor, que significa la hermandad o el apoyo mutuo entre mujeres.

La colombiana Catalina Ruiz-Navarro, una de las autoras con más visibilidad en los últimos años, señala que la sororidad no plantea que tengamos que ser mejores amigas ni que entre todas nos caigamos bien. Es más bien entender que hacemos parte de un sistema que de alguna manera a cada una nos tiene sometidas y que nos vamos a aliar para enfrentarlo. Sin duda existen muchos matices respecto al término, incluso otras palabras como affidamento, pero lo cierto es que su uso en foros, conversaciones cotidianas, discursos y redes sociales da cuenta de que la sororidad es parte de la realidad actual acerca de cómo lograr la igualdad de géneros por la que luchamos las mujeres.

Entonces ¿cómo practicamos la sororidad en nuestro día a día? Aquí van algunos tips para responder la pregunta:

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA…

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.