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Por Flor Aydee Rodríguez Campos

En los últimos días los medios de comunicación han compartido la señal de auxilio por violencia de género que realizó la cantante regiomontana Alicia Villareal al término de uno de sus conciertos. Retomar el tema de las llamadas de auxilio por violencia de género en nuestro país es visibilizar la urgencia no solo de atender sino de erradicar las violencias que surgen en los espacios que se supone son el “lugar seguro” de las mujeres.

Recordemos que esta señal que hoy es universal, fue creada durante la pandemia por COVID-19 en el 2020 por la Canadian Women’s Foundation, una organización canadiense de defensa de los derechos de las mujeres que con el objetivo de brindar una herramienta para víctimas de violencia doméstica creó esta señal que al ser discreta no alertaba al agresor ya que durante la pandemia una de las principales medidas de protección fue el confinamiento lo que obligaba a las víctimas de este tipo de violencia a estar aisladas y convivir con el agresor las 24 horas del día, situándolas en un peligro constante. La señal como hemos visto consiste en mostrar la palma de la mano, meter el pulgar en la palma y bajar los dedos sobre ella, atrapando el pulgar.

La pandemia nos vino a replantear incluso las formas de atender las violencias y aprovechar los recursos tecnológicos que van más allá de las denuncias en las fiscalías y ministerios públicos o las llamadas al 911. Han pasado 5 años desde entonces y seguimos constatando que la violencia doméstica sigue siendo esa otra pandemia que no logramos combatir desde las instituciones e instancias gubernamentales ni como sociedad. No debemos seguir minimizando e ignorando esta manifestación de violencia que afecta no solo a las mujeres sino también a las infancias pues, de acuerdo con la Secretaría de las Mujeres la forma más común de violencia es la ejercida por su pareja en la intimidad, el 60% de las agresiones suceden en el hogar de las víctimas, la cual a veces culmina en su muerte.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.