Por Ele Figueroa
Como si no tuviéramos suficiente con las campañas del Ejecutivo y del Legislativo, ahora tenemos las del Judicial. Increíble.
No hablaré del reemplazo de profesionales preparados (hablo de la carrera judicial, no de la cantidad de grados académicos) por un montón de “justicieros” de TikTok. Estas decenas de candidatos a jueces, magistrados y ministros, que vienen desde abajo (si “desde abajo” significa “desde arriba”), se muestran sin pudor en el desfile de la prueba de la toga y hacen caso del viejo adagio que dice: “No hay publicidad mala”, con un objetivo claro: que los conozcan.
Y es que, al final del día, con las boletas al frente, la elección de candidatos se realizará conforme a qué tanto te suenan los nombres, no importa el contexto de cómo los conociste. A menos que lleves una lista, proporcionada por un alma caritativa y sin relación alguna con el partido en el poder… ¿cómo creen?
Si me preguntan, yo votaría por todos aquellos nombres que no me suenan. Pero yo les pregunto: ¿servirá de algo votar?
En las pasadas elecciones yo salí a votar con la seguridad de que mi voto no haría un cambio en el resultado relativo: Morena ganaría, pero esperaba que abonara al resultado absoluto: que el Plan C no se lograra. También esperaba que el INE y el TRIFE hicieran valer el alma de la ley. Qué ingenua.
Para la elección del Poder Judicial no creo que mi voto haga alguna diferencia. Con todo el aparato del Estado detrás, abajo, arriba, a un lado y delante de la elección, ¿vale la pena intentar votar por un candidato? Desde mi punto de vista, no. Justifique su respuesta.
El Estado se ha encargado de que la mayoría de los nombres en las boletas sean de sangre guinda; han quedado algunos aparentemente independientes y ha expulsado a cualquiera que pudiera perjudicar “al movimiento”, otorgando amparos contra sus obras elefantónicas.
Súmale a eso que realizan eventos a siniestra y siniestra (porque “izquierda”) para acercar a sus candidatos al pueblo bueno. Sí, también los sabios requieren que les digan por quién votar, y si les dan una lista, mejor.
Además, el día de las votaciones no faltarán “espontáneos” dueños de camionetas que se ofrezcan a llevar a votar a otros ciudadanos democratizadores. Eso ya lo hemos visto.
El tiempo promedio de votación será de 11 minutos, contra un par que dura una votación “normal”, contando que no haya decenas de entusiastas y bien preparados electores entre uno y las urnas.
¿Y qué me dicen de los votos comprados o bajo amenaza? Ya no les pueden decir “vota todo Morena”, pero pueden darles una lista de números, colores y nombres para marcar en las boletas. Difícil de memorizar, pero fácil de consultar en un papel o en el celular.
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