Por Cynthia Dávalos
Imagina un video donde un candidato presidencial confiesa un escándalo que nunca ocurrió. O un discurso falso, tan convincente que millones lo comparten sin dudar.
Esto ya no es ciencia ficción: la inteligencia artificial generativa, capaz de crear textos, imágenes y videos hiperrealistas, está transformando el escenario electoral en América Latina. En un 2025 marcado por comicios en Bolivia, Ecuador y Chile, la IA amenaza con envenenar la democracia, y nosotros, como ciudadanos, debemos estar alerta.
La IA generativa no es solo una innovación tecnológica: es un arma de doble filo que puede informar o intoxicar. En Brasil, durante las elecciones de 2022, deepfakes circularon en redes, confundiendo votantes.
En el caso de México, donde se celebraron elecciones presidenciales históricas en 2024, también se vivieron episodios de desinformación alimentados por IA. Circularon videos manipulados que distorsionaban discursos de candidatas, audios falsos con supuestas amenazas, e incluso imágenes generadas con inteligencia artificial que buscaban influir en el voto indeciso. El INE advirtió sobre estos riesgos, pero la velocidad de propagación superó a la capacidad de respuesta institucional.
Un estudio de Tlatelolco Lab (2023) reveló que 7 de cada 10 jóvenes rechazan la desinformación en plataformas como X, pero la IA eleva el desafío: sus creaciones son más sofisticadas que los burdos "bots" de antaño. Un texto falso, generado por modelos como los de xAI, puede replicar el tono de un político al punto de engañar incluso a sus seguidores más cercanos; un video manipulado puede mostrarlo en un acto que nunca ocurrió. En América Latina, donde la polarización ya fractura sociedades, estas falsedades amplifican el caos.
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