Por Claudia Pérez Atamoros
Dicen que se van de tres en tres… Hoy, el pueblo llora a una de sus voces más emblemáticas: Paquita la del Barrio.
Desde la época dorada de Lucha Reyes, la Reina del Ranchero, México no había derramado tanto dolor, tanto despecho y enjundia a través del canto sino hasta que apareció en los escenarios capitalinos, a finales de los 70, esta mujer de a deveras, que con su voz pintó de mil colores el engaño, la tragedia, el abandono e hizo del despecho y la indignación un conjuro que hechizó a propios y extraños.
Su personalidad entre dolida, doliente; llena de dobles sentidos y humor peculiar, era sencillamente cautivadora. Apantalló incluso a Pedro Almodóvar. También al público televidente que la gozó aquella noche de 1989 cuando llenó la pantalla del canal 2 con su presencia en el programa ¡Aquí Está! y bloqueó los teléfonos de televicentro.
Era, como dicen, la neta del planeta. Con una mirada repleta de tristeza pero también de promesas; mordaz y pícara, con unas ganas inmisericordes de seguir pa´lante. Auténtica como suelen ser los ídolos que nacen del pueblo mismo. Sin poses pero con grandes dotes y cualidades. La Casa de Paquita, su casa artística, enclavada allá en la colonia Guerrero, era el epicentro mismo de su música y su canto. En el mero barrio, puro tan puro como su sentir y decir inigual.
Nacida del pueblo. Ella, Paquita no solo fue una extraordinaria intérprete, fue la viva imagen de la mujer que dijo ¡basta!; que se armó de valor y dejó su tierra Veracruz para escapar del tormento, de la burla y el desamor y empezar de nuevo en un mundo raro, diría José Alfredo, tan raro como empezar de cero con el corazón apachurrado en una ciudad llena de vericuetos y asaltos a la razón.
La presencia de Paquita en la música ranchera dio nuevo sentido a la interpretación y al contenido. En un ambiente musical en donde se glorificaba a la mujer como víctima, ella pisó fuerte y cambió las reglas del juego. Comenzó a popularizar letras que exigían, que denunciaban, que hacían justicia a un sentir general. Rata inmunda cantaba y decía así:
Animal rastrero/Escoria de la vida/Adefesio mal hecho/Infrahumano/Espectro del infierno/Maldita Sabandija/Cuánto daño me has hecho/Alimaña/Culebra ponzoñosa/Deshecho de la vida/
Te odio y te desprecio/
Paquita supo explotar su talento y comprendió que el dolor duele más por las noches. Sus presentaciones nunca fueron conciertos aunque también, eran auténticos rituales rodeados de verdad, en un ambiente de sentimientos al rojo vivo en donde cada herida se convertía en denuncia, en donde el macho dejaba de serlo y se convertía a la vista de todos en un mequetrefe, en un gañan. Tras de cada interpretación, el público aplaudía a rabiar. Era ella, la voz del pueblo, rodeada de pueblo, cantándole al pueblo; mostrando que el dolor no envilece sino engrandece al corazón, demostrando que la mujer puede mucho más.