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Por Bárbara Anderson

Siempre me gusta navegar las cerca de 200 páginas del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) a través de los rubros relacionados con la discapacidad, que están básicamente dentro de las Secretarías de Salud, de Educación y de Bienestar. 

Sumé todos los ítems y sí, habrá más gasto vinculado a la atención de personas con discapacidad (pcd) -un aumento de 3.6 % versus 2024-, pero en términos reales será una pérdida porque no cubrirá siquiera la inflación que este año cerrará en 4.76% y se prevé de justo 3.6% en 2025. ¿Quieren sentirse peor? Esta inflación es un ponderado general nacional, pero en el caso de la discapacidad los números son superiores si tomamos en cuenta la inflación médica será este año de 16% y la inflación educativa será de alrededor del 7%. 

 

La educación de los mexicanos con discapacidad será el rubro más golpeado por el segundo piso de la austeridad 4T, ya que el recorte aquí será de 21%. Esto no solo afecta a los pocos alumnos que hoy están escolarizados (apenas 25% de la población entre 5 y 18 años) sino que cierra aún más las oportunidades a ese 75% que no conoce un aula en el país. 

Y dentro de esta injusticia financiera, el rubro que más pierde es el de Educación Básica que tendrá un presupuesto 46% menor al que se ejercerá en este 2024. 

El programa de atención a personas con discapacidad de la Secretaría de Salud aumentó 3.8%, pero hilando fino donde más ajustes habrá es en los Institutos Nacionales, como el de Psiquiatría Ramón de la Fuente (con 4.5 mdp menos) y el de Rehabilitación Luis G. Ibarra (con 9.5 mdp menos que el año pasado).

Otra institución que pierde ingresos, aunque es un fantasma ahora dentro de la Secretaría de Bienestar es el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad (CONADIS) que tendrá un presupuesto 1 mdp menor al año pasado y sigue acéfalo desde 2018.

 

El presupuesto que la CNDH asigna al monitoreo de la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad aumentó unos chelines apenas, mientras que la cantidad requerida por el ISSSTE para atender a sus derechohabientes con discapacidad es exactamente igual año contra año. 

Y aquí me clavo en otro dato que no es menor: la población mexicana y la población de las personas con discapacidad no es la misma de un año a otro. Puede usted pensar que estoy diciendo una obviedad, pero no, porque los presupuestos parece que se hicieran para la misma cantidad de personas. 

En el Censo 2020, que fue uno de los más completos -aunque perfectible- para medir la población con alguna condición de vida, el total de pcd era de 20.8 millones. 

En la actualización de este año del ENADID 2023, el número subió a 22.1 millones de personas, es decir que en cada uno de estos tres años hubo 433,300 mexicanos con discapacidad que se sumaron al ‘padrón’ de esta minoría. Por mera estadística, es imposible que el ISSSTE tenga la misma cantidad de beneficiarios con discapacidad de un año a otro. 

La Secretaría que sigue con crecimiento positivo es la de Bienestar, por el peso de las pensiones para personas con discapacidad permanente, pero aquí también hubo un freno fuerte: mientras entre 2023 y el electoral año de 2024 hubo un aumento de 16.2% en las pensiones a dispersar, para el 2025 el aumento será de apenas 4.37% (otra vez, ni la inflación). 

Este año los 1.482.451 derechohabientes recibieron 3,100 pesos por bimestre y en 2025 sube ¡100 pesos! cada asignación. Con el aumento que la cartera que sigue llevando Ariadna Montiel pidieron a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público le alcanzará para sumar apenas 9327 nuevos beneficiarios. 

Reviso el PEF con ‘lentes’ para la discapacidad desde hace 7 años y me duele ver como, sistemáticamente van recortando presupuesto año con año, sin importar el sexenio de que se trate. Y vuelven a mi las palabras brutalmente sabias de Carlos Ríos, activista y miembro de Human Right Watch, “las personas con discapacidad en México siempre le salen muy baratas a los gobiernos”.

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@ba_anderson

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