Por Areli Paz
Poder: es la capacidad de “poder”, de hacer, de transformar, de decidir asertivamente, es usar todo a favor de todos, ese halo imaginario que rodea a la gente que decide, que manda y verifica resultados.
Narcotraficante: Una actividad fuera de la ley a la que se llega por circunstancia de pobreza, por ubicación geográfica o por herencia familiar.
Gobierno: Entidad encargada de que se haga lo correcto, lo justo, lo transparente, lo que dice la ley.
Amo los mejores aromas, esos frescos, cítricos, revitalizantes, los sabrosos de pan, vino, de paella recién hecha, de rosas recién cortadas, a tinta recién impresa en el papel o de tierra mojada.
Amo a la gente que huele delicioso, y no necesariamente a un perfume o loción, sino a eso rico de la humanidad que nos da cercanía, empatía y memoria.
Palermo huele a sal mojada, Madeira huele a uva dulce, Bogotá a arepa recién frita, la Merced a cebolla recién cortada, Venecia a agua estancada, Irapuato a fresas, Álvaro Obregón a taquitos…
Los aromas y su recuerdo son parte importante de cada día, momento e historia.
Lo que también incluye la política, y esta semana, con la carta del Mayo, la respuesta del gobierno, las extradiciones históricas y el discurso barato no me huelen bien.
Noto en el ambiente un olor a podrido, un olor de esos que guarda el caño, un trapo mojado en la cocina y que se olvida en el rincón.
En el mundo al revés, hoy vemos a un gobierno defendiendo a un narco. Criticando a periodistas que cuestionan y bajándole el volumen a las quejas de padres con niños con cáncer.
Huele a negociación.
Huele a trampa, huele a que nos quieren volver a ocultar la verdad de un país que ya no puede más con la historia de violencia alrededor del tráfico de drogas.
Qué difícil se ha puesto la cosa, qué difícil es confiar en los de junto cuando notas riqueza, pero de esa extraña, exótica y estridente.
Qué difícil es reconocer que a este país el crimen sí lo organiza.
Es un dolor inmenso ver historias de consumo de drogas de jóvenes que creen que pueden encontrar ahí una respuesta a sus sueños, anhelos, angustias, ansiedades, depresiones o posibilidades.
Es impactante ver una bolita fosforescente y saber que a eso están expuestos los jóvenes, se ve bonita verde, naranja o rosa, pero en su contenido lleva una historia de dolor, tristeza, violencia, ilegalidad y enganche, uno que aunque digan que no si pisa las calles de México.
Pareciéramos hamsters en la bola corriendo sin sentido, tratando de alcanzar algo, pero terminamos en el mismo punto: la violencia está dejándonos sin vida.
No es diario, no es en todos lados, pero cada historia de violencia suma estadística pero revela que la política de combate al crimen está lejos de cumplir su cometido.
Algo no huele bien, algo nos recuerda día tras día que nuestras trincheras son cada vez más difíciles de transitar, de defender y cuidar.