Por Ana Cecilia Pérez
La privacidad digital, ese concepto que alguna vez dimos por sentado, se encuentra hoy más amenazada que nunca. En un mundo hiperconectado donde todo, desde nuestros hábitos de compra hasta nuestras emociones, se convierte en un dato comercializable, surge una pregunta crucial: ¿Es la privacidad digital un derecho básico o se está convirtiendo en un lujo reservado para quienes pueden permitírselo? Y, en el contexto de México, ¿qué implicaciones tiene la desaparición del INAI y el papel de la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP) en esta ecuación?
La Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP), promulgada en 2010, es una de las principales herramientas legales en México para proteger la privacidad de los ciudadanos. Su objetivo es garantizar que las empresas que manejan datos personales lo hagan de manera transparente, responsable y con el consentimiento informado del titular.
Esta ley es un paso significativo hacia la protección de la privacidad en un entorno digital cada vez más complejo, pero no está exenta de retos:
- Muchas empresas, especialmente las pequeñas, desconocen o ignoran las obligaciones que esta ley impone.
- La ley, diseñada hace más de una década, enfrenta dificultades para abordar retos modernos, como el uso de inteligencia artificial, big data o biometría.
- Vacíos regulatorios: Aunque la LFPDPPP regula a los particulares, no aborda con suficiente claridad la protección de datos en manos del sector público, dejando una brecha significativa.
En este escenario, la desaparición del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) agrava el panorama.
El INAI era la entidad responsable de garantizar la correcta aplicación de la LFPDPPP y de velar por los derechos de privacidad y acceso a la información en México. Su desaparición no solo deja un vacío institucional, sino que también debilita la capacidad de los ciudadanos para defenderse frente a posibles abusos.
- Sin el INAI, la supervisión sobre el cumplimiento de la LFPDPPP recae en entidades menos especializadas o con conflictos de interés potenciales.
- La falta de un órgano autónomo e independiente puede dar lugar a un uso indebido de datos por parte de empresas o instituciones públicas.
En un contexto donde los datos personales son el nuevo petróleo, la desaparición del INAI representa un retroceso significativo en la lucha por la privacidad en México. Mientras las herramientas y regulaciones para proteger la privacidad se debilitan, esta protección se está convirtiendo en un privilegio para quienes pueden pagar por ella.
Esto plantea una división preocupante: quienes pueden invertir en privacidad tienen más control sobre su información, mientras que los demás quedan expuestos en un ecosistema donde esta es moneda de cambio.
El contexto actual requiere acciones inmediatas y colectivas:
- Fortalecer la educación digital: Los ciudadanos necesitan herramientas para comprender cómo proteger sus datos personales y exigir su derecho a la privacidad.
- Exigir una nueva institucionalidad: La desaparición del INAI debe ser un catalizador para que la sociedad demande un organismo robusto, autónomo y adaptado a las necesidades actuales.
- Promover innovación ética: Las empresas deben adoptar un enfoque donde la privacidad sea un estándar básico, no un lujo.
La privacidad digital no debería ser un lujo reservado para unos pocos. En un mundo donde los datos personales son el nuevo motor económico, protegerlos debería ser un derecho básico garantizado por el Estado y respetado por las empresas.
En México, la desaparición del INAI es una alerta roja que nos recuerda la importancia de la institucionalidad en la protección de derechos fundamentales. Si queremos que el 2025 marque un cambio significativo, debemos actuar hoy para construir un entorno digital donde la privacidad no sea negociable.
El reto no es solo defender nuestra privacidad, sino transformar nuestra relación con los datos para que la tecnología sea una herramienta de empoderamiento, no de control. Porque, al final, proteger nuestros datos es proteger nuestra esencia como individuos.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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