Por Ana Cecilia Pérez
El mundo nunca ha cambiado tan rápido como ahora. Cada avance tecnológico, cada nuevo desafío ambiental y cada transformación social redefine las reglas del juego. Frente a esta realidad, surge una generación con el potencial de liderar ese cambio: la generación alfa. Nacidos a partir de 2010, estos niños y jóvenes han crecido en un entorno hiperconectado, diverso y lleno de posibilidades.
Pero, ¿cómo podemos prepararlos para liderar con propósito en un futuro tan incierto?
La generación alfa es la primera completamente nacida en la era digital, mientras que las generaciones anteriores adoptaron la tecnología, los alfa la tienen integrada desde sus primeros años de vida. Han crecido con asistentes virtuales, aplicaciones educativas y un acceso casi ilimitado a la información. Sin embargo, esta conectividad también viene con desafíos: sobrecarga de estímulos, exposición a riesgos digitales y la necesidad de equilibrar lo virtual con lo real.
Con tanto contenido y datos a su alcance, enseñarles a analizar, cuestionar y discernir es crucial. No se trata de aceptar todo lo que leen o ven, sino de desarrollar su capacidad para tomar decisiones informadas; por otro lado, construir en ellos empatía les permitirá ser capaces de comprender diferentes perspectivas y trabajar en soluciones inclusivas que beneficien a todos. Otro elemento fundamental consiste en enseñarles a gestionar el fracaso; es vital normalizar el fracaso como parte del aprendizaje, la resiliencia no se construye evitando errores, sino aprendiendo de ellos y avanzando con más fuerza. Finalmente, fomentar en ellos el impulso por utilizar las herramientas de creación que tienen a su alcance con creatividad e innovación.
Como padres de esta generación alfa, es necesario que cuestionemos cómo los educamos y qué valores priorizamos. Es tiempo de romper con modelos educativos rígidos y apostar por un enfoque más dinámico y personalizado.
Las emociones serán tan relevantes como las habilidades técnicas; enseñarles a reconocer, expresar y gestionar sus emociones es clave. Aunque la tecnología define su mundo, es igualmente fundamental que aprendan el valor de las conexiones humanas, fomentando tiempo sin pantallas, actividades al aire libre y conversaciones significativas.
Para los padres, educadores y líderes actuales, criar a la generación alfa es un reto y un privilegio. Estamos moldeando a los arquitectos de un futuro que apenas podemos imaginar. Lo que les enseñemos hoy —desde cómo enfrentarse a un problema hasta cómo tratar a otros— influirá en las decisiones que tomarán como líderes mañana.
La generación alfa tiene el potencial de transformar el mundo, pero solo si los equipamos con las herramientas adecuadas: una mente abierta, un corazón empático y una voluntad motivada de construir un futuro mejor.
Criar a los alfa no es solo prepararlos para el mundo que heredarán, sino empoderarlos para crear un mundo que refleje lo mejor de nosotros como sociedad.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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